Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras. Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre. Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; Sólo tú eres Dios. Salmos 86:8-10 RVR1960
Queridos amigos, ¿podemos y anhelamos clamar como el salmista, declarando que en nuestras vidas no hay otros dioses?
Sabemos que en este mundo de casi siete mil millones de habitantes existen una gran cantidad de cristianos, sin embargo, la gran mayoría de la humanidad, digamos más de cinco mil millones creen en otros dioses o en ninguno.
Es falsa la creencia de que todas las religiones llevan a Dios, porque Jehová es el único Dios verdadero, solo Él es Dios y además un Dios celoso, lo dicen las sagradas escrituras, que son palabra inspirada por el mismo Dios creador de todas las cosas.
El corazón humano es traicionero, lo dice también la palabra, y eso nos lleva en gran cantidad de casos, incluyendo a muchos que se dicen ser cristianos, a tener ídolos a los que se adoran con predilección en vez de al Dios Padre. Estos ídolos son las riquezas, la fama, la ambición de poder, el así llamado éxito en el mundo o cualquier otra cosa u objeto que se antepone entre el Dios vivo y el hombre.
Si en verdad estamos dispuestos a declarar lo mismo que el salmista, que no hay otro dios como Él, porque realmente no tenemos nada que se interponga entre el Todopoderoso y nuestra persona es porque verdaderamente tenemos implantado en nuestro corazón el anhelo de alabarle y exaltarle con nuestro amor y con nuestra obediencia.
Es un hecho descrito en la Biblia que todas las naciones se inclinarán ante Jesucristo en su segunda venida. Todos sin excepción, vivos y muertos, declararan que Jesucristo es el Señor de todas las cosas y glorificarán su nombre. No obstante, ello no todos serán salvos, sino solamente aquellos que creyeron verdaderamente en Él como su Señor y salvador antes de su segunda venida.
Dios es grande y hacedor de maravillas y Él puede obrar el milagro de la conversión en nuestras vidas. Clamémosle para que tenga misericordia de nosotros y nos bendiga con su gracia.
Les deseo un día bendecido en la compañía de Jesús.