Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3 RVR1960
Queridos amigos, estamos viviendo en la era del posmodernismo donde el relativismo impera.
La filosofía posmoderna desconfía de las dicotomías (división de un concepto en dos aspectos) binarias que dominan la ontología (parte de la filosofía que estudia la naturaleza del ser) occidental, tales como las oposiciones entre lo verdadero y falso, cuerpo y espíritu, sociedad e individuo, presencia y ausencia, bueno y malo. Todo esto también se define como antidualista, pues busca hallar un punto medio entre todas las corrientes.
Los posmodernistas plantean que las ideas de progreso que tanto caracterizaban a la era del modernismo no tienen sentido y que en estos tiempos existe un sentimiento de renuncia a las utopías. Lyotard, un posmodernista, afirma que los grandes relatos han muerto, pues relatos, que caracterizan la promesa de un futuro mejor donde todo es perfecto y maravilloso, ya no tienen ningún sentido.
Según Lyotard existen cuatro relatos que caracterizan al modernismo: Relatos sobre Cristo, el relato marxista, el relato sobre el iluminismo o el relato de las luces, y el relato capitalista. Adicionalmente a todo esto también afirman que la realidad nunca es absoluta y depende de diferentes miradas y diversos enfoques, relativismo en pleno.
Los medios de comunicación también hacen su aporte, el exceso de información hace que la realidad sea desdibujada, puesto que la sobrecarga de información llega a través de medios de comunicación masivos (medios digitales y tradicionales), lo cual tiñe la información con subjetividad, pues la realidad está siendo conocida solo mediante los medios y no de forma directa.
Todos quieren tener su propia verdad, ese es el resultado de la influencia posmodernista en el pensamiento occidental. Se habla de verdades múltiples, ya no existe una sola verdad, y menos una absoluta.
Lo que tanto amábamos los nacidos en los tiempos del pasado modernismo, la escritura y la palabra, pierden fuerza para ser sustituidas por la imagen. Y rendir culto al cuerpo, la búsqueda es individual e interna, es el mensaje más difundido en esta nueva sociedad. El consumismo se convierte en compulsivo, se consumen productos, espacios, ídolos (deportes, viajes), ideas, etc. Finalmente existe una fuerte inclinación de pensar solamente en el presente, especialmente el futuro pierde importancia y del pasado poco hay que rescatar.
Nos encontramos en un mundo completamente cambiado en tiempo récord. No se alarmen ni se sorprendan si les digo que estos cambios son obra de Satanás, porque él intuye que los últimos tiempos se acercan.
Como ya no es suficiente ser distraído por la razón y la ciencia, ahora el maligno se ha inventado cosas más sofisticadas para alejar al humano de Dios. Cuando todo es relativo es más fácil rechazar lo absoluto de Dios, cuando la diferencia entre lo bueno y lo malo está definida por un sinnúmero de posibilidades, la verdad de Dios se hace dudosa.
Cuando te enfocas en vivir y disfrutar el presente de qué sirven las promesas futuras de Dios. Cuando se enaltece a la tecnología sobre todas las cosas de qué sirve pensar en pecados y en un salvador. Cuando Jesús, si existió de veras, es cosa del pasado.
Cuando todas las religiones llevan a un mismo destino, Jesucristo no puede ser la única opción. Cuánta osadía para meter en la misma bolsa al Rey de reyes y Señor de señores juntamente a Marx, Voltaire, Kant y los filósofos – economistas del capitalismo como Locke, Smith, Friedman, Keynes, para expresar que el cristianismo es una mentira de las tantas falsas promesas. Resulta escandaloso hablar de que Dios es el único Dios verdadero, porque eso es imposible en la mente del posmodernista. Buena obra la de Satanás, ¿verdad?
La buena noticia es que no interesa cuáles sean los esfuerzos que el maligno realice, no se podrá interponer entre el plan de Dios y el hombre. Lo verdadero de Dios es inmutable y sus promesas son definitivas, pues las palabras vertidas por el Señor Jesucristo hace un par de milenios no pierden su vigencia, indiferente de las tendencias filosóficas del mundo. El cielo y la tierra pasarán pero Sus palabras nunca pasarán (Mateo 24:35).
La vida eterna se sigue obteniendo a través de la gracia por fe, a través de la palabra de Dios. No se puede reemplazar las palabras de evangelización y las Sagradas Escrituras por fotos, aunque algunos quieran adecuarlas a los tiempos actuales. Tampoco se puede reemplazar a la Biblia con información ni ciencia ni tecnología.
Es imperativo conocer al Dios Padre a través del Hijo, creyendo en Jesucristo como Señor y salvador. La vida eterna, esa maravillosa promesa para el futuro, no podría ser dada a los creyentes a menos que Jesús no hubiese muerto en la cruz, glorificando al Padre y que a su vez también Él fuese glorificado por el Padre.
Glorifiquemos a Dios como nuestra prueba de fe en Cristo Jesús, pues gracias a Él, nuestro fiador, gozamos de la dádiva de vida eterna, sabiendo que nuestro Dios es único, pues no existen otros dioses fuera de Él.
Les deseo un día muy bendecido.
