Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. Salmos 139:23-24
Queridos amigos, recuerdo que en mis épocas de no creyente pensaba que mi naturaleza era ser tal cual como era y decía: «así estoy hecho, difícil cambiar».
Evidentemente el cambio en las personas es posible a través de diferentes técnicas desarrolladas por humanos.
Uno de los cambios más notables puede ser el cambio de actitud, sin embargo un cambio radical difícilmente puede ser operado por uno mismo, menos por otros.
Eso comienza por la cultura en la que vivimos (la influencia del mundo), que promueve las libertades y cada vez más es lícito actuar más y más libremente, lo cual lleva a la famosa tolerancia, y socapados por ella sentimos que debemos ser aceptados tal cual somos.
El único que posee un poder tal que puede realizar cambios radicales en las personas es el Dios Padre Celestial.
El cambio que Dios opera sobre sus escogidos comienza a nivel espiritual, después se van viendo cambios a todo nivel.
Gracias a ese maravilloso poder es que podemos ver cuán diferente es la posición del salmista que se sabe malo, porque Dios nos da a los creyentes verdaderos ese conocimiento, tomamos convicción de pecado a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas una vez que hemos sido regenerados en espíritu, eso se llama nacer de nuevo.
Una vez nacidos de nuevo iniciamos nuestro caminar en santidad, es decir que empezamos a vivir una nueva vida con un muy fuerte anhelo por vivir alejados del pecado.
No obstante ello seguimos pecando y por tanto necesitamos de Dios obrando sobre nosotros para ir siendo perfeccionados poco a poco, Él comenzó la buena obra en nosotros y la terminará de forma perfecta (Filipenses 1:6).
El salmista le pide al Señor que le pruebe y que verifique sus pensamientos, algo que requiere mucha humildad, porque la vieja naturaleza, a pesar de ser nacidos de nuevo, aún es parte del convertido.
El poder maravilloso de Dios crea en nosotros esa disposición alejada de toda hipocresía, para anhelar en humildad que Él nos ausculte el corazón para que podamos identificar nuestras maldades, llamadas pecado, y de esa manera estemos prestos a arrepentirnos y pedir perdón para poder ser guiados hacia el camino eterno.
Que tengan un lindo día bendecido por la mano de nuestro grandioso Dios.