El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Juan 6:56 RVR1960
Queridos amigos, al que nada sabe del Señor Jesucristo la idea expresada en este versículo le puede parecer grotesca y chocante.
Los detractores de los seguidores de Jesucristo han utilizado estas palabras para acusarlos de asesinos y caníbales, sin entender una pizca de su profundo significado.
Estas palabras no eran tan extrañas para los que hacían parte o conocían del sistema sacrificial en los tiempos de Jesús. Parte de la carne ofrendada en sacrificio era entregada a los sacerdotes y el resto era comido por los adoradores, quienes creían que el dios pagano entraba en la carne después de haberla dedicado, y que comiéndola su divinidad estaría en ellos.
Estos cultos paganos representaban una aberración para los judíos, sumada la horrible y asquerosa idea de beber sangre llegaba al colmo de lo repulsivo. Cuando Jesús utilizó estas palabras no quiso espantar a nadie, las dijo en sentido espiritual, y es así como deben ser entendidas.
Es una expresión que alude a Su sacrificio en la cruz, una muerte llena de dolor y violencia, y la oportunidad que Él nos da de recibir los preciosos beneficios de su muerte para después estar unidos a Dios. Considero que no hace alusión a la participación de la eucaristía como condición para salvación, comer la carne de Jesús y beber su sangre en el sentido espiritual da lugar a que podamos ser partícipes de la naturaleza divina a través de la obra del Espíritu Santo, son comida y bebida para el alma.
Comer de esa carne y beber de esa sangre significa tener fe en el Hijo de Dios, creer en Jesucristo, a partir de lo cual se participa de sus maravillosos beneficios redentores. Para comenzar el perdón de nuestros pecados, luego la regeneración a vida nueva, la justificación, la santificación, el gozo y la paz, la vida eterna y mucho más.
No solo de pan vive el hombre, sino de la Palabra de Dios, pero en este caso va más allá y dice que el hombre no solo vive de la Palabra sino por Dios mismo, por su carne y por su sangre. Ahora podemos entender mejor la metáfora de nuestro Señor.
Jesucristo nos puede dar la vida solo a través de Su muerte, su carne fue traspasada y su sangre derramada. El pan de vida para el alma es la carne de Cristo Jesús, que fue entregada por la vida de aquellos que en Él creen.
Llenemos nuestros corazones y pensamientos con la vida y obra del Señor Jesucristo, quien vivió para enseñarnos, murió por nuestros pecados, resucitó venciendo a la muerte y ascendió a los cielos para ser exaltado a la diestra del Padre.
Avivemos nuestro arrepentimiento nuestro amor y gratitud hacia Dios recordando que Cristo vive y que por Él nosotros también viviremos.
Les deseo un día muy bendecido.