Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22 RVR1960
Queridos amigos, en mi folklórico país Bolivia existen tradiciones arraigadas en la cultura católica, como las de entrar andando de rodillas al templo como muestra de sacrificio o realizar una larga y sacrificada caminata desde la ciudad de La Paz al pueblo de Copacabana como acto de devoción, ambos casos relacionados ya sea con la virgen del socavón de Oruro o la más famosa de Copacabana.
En cierta manera estos sacrificios modernos son lo que se supondría sustituye a los sacrificios exigidos por Dios en el Antiguo Testamento.
Evidentemente Jehová exigía que se hagan sacrificios de diferente tipo para diversos objetivos, sin embargo, no aparece en ninguna parte de las Escrituras que el hombre deba realizar algún esfuerzo físico acompañado de dolor para satisfacer alguna exigencia de Dios.
Al mundo le encanta mostrar sus sacrificios, los cuales no son otra cosa que vanidad. El mundo defiende todo lo que con tanto sacrificio se logra, como conseguir una profesión, poseer una casa, construir una industria, etc.
En estas situaciones el sacrificio se entiende como trabajar duro para conseguir el objetivo deseado.
Por ejemplo, en el caso de un estudiante, dedicarse al estudio en vez de parrandear con los amigos; una madre que le pone hasta su último centavo en su casita en vez de comprarse ropa y cosméticos; o un hombre que le pone todo su tiempo al desarrollo de su empresa dejando de lado a su familia.
Todos pueden alegar, y lo hacen, haberse sacrificado y esperan reconocimiento, diciendo que hicieron lo bueno y justo a costa de un gran desprendimiento.
Sin embargo, desde la perspectiva espiritual hacer lo bueno y lo justo está relacionado con vivir obedientemente ante Dios. No que los esfuerzos por conseguir objetivos terrenales estén mal, todo lo contrario, es bueno conseguir objetivos terrenales siempre y cuando pongamos a Dios en primer lugar.
Muchos se vanaglorian pensando y manifestando que cumplen con los mandamientos de Dios, porque se sacrificaron en muchas ocasiones para ser obedientes.
Pero su necedad y negligencia ante lo que verdaderamente es de Dios los delata de forma irrefutable. Porque continúan viviendo anhelando las cosas del mundo, la carne sigue dominando su diario vivir y su pecado es evidente.
El corazón del hombre es en sumó engañoso, por lo que constantemente busca excusas para justificar su desobediencia a los mandamientos de Dios.
Somos hábiles en encontrar las mejores excusas para nuestro incumplimiento y queremos sustituir un estado de constante sumisión a Jesucristo con algún sacrificio temporal, que, además, pueda ser visto y valorado por otros.
Una actitud de obediencia sincera y humilde que desea hacer la voluntad de Dios es mucho más agradable para el Padre, que innumerables sacrificios. Dios se complace con la obediencia a su Palabra, Él quiere que se le glorifique haciendo los máximos esfuerzos para vivir como sus siervos obedientes.
De qué sirven los holocaustos y sacrificios, que en todo caso son mucho más fáciles de realizar, si nuestra voluntad no es someternos a la verdad de Dios, si no entendemos que es necesario morir uno para que el otro viva, si no estamos dispuestos a pedir perdón ante cada pensamiento impuro, ¿ante toda palabra falta de bondad y menos ante actos impíos?
Sometamos nuestra voluntad a la voluntad perfecta del Dios Padre y que nuestro diario vivir sea Cristo céntrico. Estemos dispuestos a pedir perdón al Señor por todo mal, anhelando cada día tener un corazón cada vez más puro. Les deseo un hermoso día bendecido y radiante.