Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová; y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel. Jueces 10:16
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Queridos amigos, cuando mi hermana mayor falleció dejó un gran vacío en mi corazón.
A pesar de que era declaradamente ateo, busqué consuelo y respuestas en la deidad yendo a una capilla mariana cercana a mi casa.
Cuando las cosas se ponen mal es normal que el humano apele a lo sobrenatural y es entonces cuando muchos deciden buscar a un dios, porque entienden que un ser superior puede ser de ayuda.
Lo penoso es que la gran mayoría busca a un dios que se adecue a sus necesidades y ese no es de ninguna manera el Dios de la Biblia.
Lo que el hombre natural no sabe es que Dios nos ha creado para su gloria y por tanto, debemos vivir para Él glorificándole en todo lo que hacemos. Es un concepto contrario al dios que la gente generalmente busca, un ser supremo que les solucione todos sus problemas, un ser amoroso que no les juzgue y sea absolutamente comprensivo con todo su sentir y actuar.
En la época de los jueces, cuando el juez Jair lideraba, el pueblo israelita se había alejado de Jehová y servía a las imágenes de Baal y de Astoret, y a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de Amón y de Filistea.
Sin ningún remordimiento abandonaron al Señor y dejaron de servirle por completo. Nos podemos preguntar, cómo es posible que puedan abandonar a Dios después de todo lo bueno que Él hizo por ellos, y llegar a la conclusión de que se trataba de un pueblo muy necio.
Con justa razón podemos ejercer ese juicio sobre Israel, pero no debemos olvidar que por ser descendientes de Adán, todos los humanos tenemos una naturaleza caída, la cual nos lleva a ser dominados por nuestros enemigos espirituales, la carne, el mundo y Satanás, quienes nos desvían de hacer lo correcto.
Dios puede soberanamente aplicar todos los castigos y disciplinas a los hombres de acuerdo a sus pecados. Pero para beneficio del hombre Dios es grande en misericordias y se apiada de quienes claman a Él lamentando sus acciones contrarias a todo lo que el Creador enseña.
Nuestra maldad, en este caso específico la maldad de Israel, lleva a querer competir con Dios en una carrera que nunca podrá ganarse, se quiere poner a la par de Él los ídolos que fascinan y dominan.
A partir de que todo empieza a salir mal es cuando los ídolos son expuestos a la luz de la verdad, para constatar que éstos nada hacen y que el único que tiene el dominio sobre todas las cosas es el Dios Todopoderoso Creador del cielo y la tierra.
Ante tal situación dramática se hace necesario el arrepentimiento genuino, entendiendo plenamente la garrafal equivocación de seguir a ídolos, y rogando por el perdón divino, reconociendo ser merecedores de todo castigo, clamando por misericordia.
El pueblo entero se dedicó a provocar la ira de Dios, no obstante haberse hecho merecedores de juicio y castigo, Jehová tuvo compasión, presentándose Sus sentimientos en forma de emociones humanas, diciendo que se entristeció a causa del sufrimiento que su pueblo escogido experimentaba.
Tengamos la certeza que Dios no rechazará al pecador verdaderamente arrepentido y humillado que con temor y temblor se lanza a sus brazos.
Hagamos todos los esfuerzos por liberarnos de los poderes del mal, buscando con ahínco el bien, alejémonos del pecado para con gozo poder disfrutar de las bendiciones de nuestro Señor. Les deseo un bello día caminando bajo la luz de Jesucristo