Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. 1 Samuel 2:25
Queridos amigos, los que somos padres sabemos que hemos cometido errores en la educación de nuestros hijos.
Algunos padres son más exitosos porque su estilo de educación ha sido firme y ordenado, otros lo son relativamente menos porque actúan con menor energía y mayor flexibilidad.
El resultado de los distintos tipos de estilo de educación no siempre es el mismo, porque el carácter particular de cada uno de los hijos también determina el supuesto éxito o fracaso.
En todo caso seguir fielmente los preceptos de Dios para la educación de los hijos es lo mejor. Hay quienes dicen que no hay escuela para padres, sin embargo, la Biblia es un manual perfecto.
En matrimonios de no creyentes la Biblia no representa una alternativa para la educación de los hijos, hasta se podría ver cómo un estorbo.
Los problemas de educación se suscitan cuando uno de los padres no es creyente o es pseudo cristiano y no está de acuerdo con las Sagradas Escrituras, porque encuentra que son muy rígidas o muy chapadas a la antigua, o demasiado exageradas, ese es un grave problema del yugo desigual que puede llevar la educación de los hijos por rumbos no deseados.
En este versículo vemos que Dios estaba presto a juzgar por los pecados cometidos. Puntualmente se trata de los dos hijos de Elí, sacerdote en los tiempos del joven Samuel.
Este par se comportaba de la peor manera, porque probablemente no fueron educados correctamente durante su niñez. Como muchos de nosotros, Elí evitaba los problemas por debilidad, comodidad y el esfuerzo de enderezarlos por pereza, es por eso que hacía de la vista gorda toda vez que estos muchachos realizaban sus abusos.
Tanto los hijos mal educados como los mejor educados saben la diferencia entre lo bueno y lo malo, a pesar de todo y lamentablemente, de ambos grupos salen los que hacen lo malo.
En este caso los hijos de Elí no dejaban de desobedecer de forma deliberada a Dios y a su padre, sabían que engañar, seducir a mujeres y robar era malo, pero continuaban disfrutando y probablemente jactándose de su viveza y habilidad.
Elí fue demasiado amable y tolerante, él sabía que debía castigar a sus hijos con la muerte por lapidación, porque así estaba escrito en la ley de Dios.
A pesar de ello, lo máximo que hizo fue advertirles a gritos que Dios los iba a juzgar y castigar. No quisiera haber estado en los zapatos de ese pobre padre, me arriesgo a pensar que muchos habríamos actuado como él, Dios tenga misericordia de nosotros.
Muchas veces solemos dejar en manos de Dios lo que nos corresponde asumir. Pidamos en oración que el Dios Padre nos dé sabiduría y discernimiento para educar correctamente a nuestros hijos jóvenes, y si ya son adultos, para llevar adelante una relación con ellos que esté de acuerdo a los preceptos del Señor.
No existe pecado menos malo, sin embargo, hay una diferencia enorme entre el pecado común por ignorancia y aquel deliberado y repetitivo. A partir de esa premisa, Jehová había decidido quitarles la vida a los dos hijos de Elí, su actuar pecaminoso había sobrepasado el límite de tolerancia divina, me imagino porque además eran hijos de un sacerdote.
Nos encontramos ante un acto de ejemplar severidad de administración de justicia por parte de Dios, podemos vislumbrar un adelanto del juicio final que vendrá en los últimos tiempos.
No ignoremos las advertencias de Dios acerca del pecado, el pecado intencional y repetitivo se puede convertir fácilmente en un estilo de vida. Huyamos del pecado y vivamos para Dios.
Les deseo un día muy bendecido.