Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, Salmos 95:6-7 RVR1960
Queridos amigos, con cuánto entusiasmo seguimos a quienes nos dicen vengan a comer, vengan a beber.
La gente se queda triste, decepcionada y hasta molesta cuando no es tomada en cuenta en alguna invitación social.
Ahora bien, cómo reaccionamos cuando el viernes o sábado por la noche nos invitan, diciéndonos vamos a adorar a Dios, vayamos a alabarle.
Es muy probable que antepongamos nuestras «obligaciones» sociales y digamos «lo siento, pero hoy no puedo».
Hay gente que llega a decir todo en su tiempo y lugar, olvidando que para Dios todo el tiempo y dedicación que podamos darle será siempre insuficiente.
No hay nada que pueda equiparar en valor, en esfuerzo y dedicación a la misericordia y gracia que recibimos del Creador.
Sabemos que Dios conoce los corazones de todos, por lo tanto también evalúa nuestro corazón.
Tengamos un corazón deseoso de venerarle, de exaltarle, de amarle.
No nos cansemos de adorarle recordando en todo momento su obra bendita sobre nosotros pecadores merecedores de nada y peor que nada, el castigo eterno.
Postrémonos, arrodillémonos para adorarle. Agradezcamos cada momento de poder pastar en su prado y de poder ser sus ovejas.
Que Dios les bendiga con su gracia.