Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. Deuteronomio 5:16 RVR1960
Queridos amigos, nuestro primer y mayor deber es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Al amarle completamente ya no nos quedaría nada para el resto, porque a Él hay que dárselo todo, entonces ¿cómo podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos u honrar a nuestros padres terrenales?
La respuesta a tan rebuscada pregunta está en que la única forma de amar a Dios, como Él exige, es amando al prójimo y cumpliendo sus mandamientos, entre los cuales está honrar a padre y madre.
La palabra honrar, en este contexto, significa sentir y mostrar respeto por alguien y sus sinónimos son respetar, enaltecer, distinguir, ensalzar, favorecer, prestigiar, valorar.
He oído de algunos que mencionan que no les es posible honrar a su padre porque representa la antítesis del modelo de padre que ellos tienen en mente. Al escuchar sus historias su afirmación se hacía coherente y hasta ponía en duda el mandamiento.
Dios valora el honrar a los padres tanto como para ponerlo dentro de los Diez Mandamientos, además de tratarse del primer mandamiento con promesa incluida, la cual indica que si se es obediente en el cumplimiento del mandamiento se tendrá larga vida en la tierra.
Si Dios, en su infinita sabiduría, manda que se honre a padre y madre, no debe quedar la menor duda que así debe ser, indiferentemente de cómo hayan sido los padres o lo que hayan hecho.
Para el creyente honrar a padre y madre es una obligación sin lugar a discusión, no importando si su padre fue un borracho pegador de la familia o si su madre tenía por oficio la prostitución.
Es triste ver cómo los hijos menosprecian a sus padres en estos días, juzgando con sorna cuando se enteran de cómo era en los tiempos del Antiguo Testamento, porque solo el hablar mal de los padres era motivo de pena capital, ni que decir de rebelarse contra ellos.
La obediencia a los padres es tan importante, que una característica de una «mente reprobada» (Romanos 1:28) es precisamente la desobediencia y deshonra a los padres (Proverbios 5:12).
Dios nos exhorta a honrar a nuestros padres siendo obedientes, esto no tiene que ver con sus méritos, sino con su posición es decir con su rango o jerarquía. Los hijos, jóvenes y también viejos, deben respetar a sus padres, sin importar ni cuestionar si lo merecen o no.
Obedecer a los padres y someterse a su autoridad es lo primero para honrarlos, sin embargo, escuchar su consejo es un acto de sabiduría (Proverbios 13:1). Honrar es un verbo que exige acción, lo cual implica que el honor que les demos a nuestros padres no debe ser solo de palabra sino de hechos y actitudes.
El primer mandamiento nos exhorta a amar a Dios con todo, lo cual implica darle a Él todo el honor y la gloria, para cumplir esta exigencia debemos esforzarnos por honrar a nuestros padres con la misma energía que la que ocupamos para Dios, tengamos por seguro que eso es lo que Dios quiere.
Si bien los hijos maduros e independientes ya no están bajo la autoridad de sus padres, nunca deben olvidar de enaltecerlos y cuidarlos, poniendo oído atento a cualquier consejo que puedan recibir.
Finalmente, si un padre pide a su hijo que haga algo malo, en ese caso, el hijo debe obedecer a Dios antes que al hombre.
Les deseo un día de bendiciones. Recuerden que Jesucristo es nuestro único pastor.