Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve. Lucas 22:27 RVR1960
Queridos amigos, la ambición mundana de querer ser el más grande y poderoso nos es inculcada a la mayoría desde pequeños.
Las personas sueñan con ser grandes artistas de cine, grandes líderes, grandes empresarios, grandes en lo que fuere, pero grandes. Se trata de una ambición por lo material, que según el mundo da mucha seguridad, estabilidad y permite disfrutar de todos los placeres imaginables.
Entre los jóvenes no conozco a ninguno que diga que estaría feliz siendo un pequeño empleado del estado, sin embargo los embates de la vida obligan a muchos a estar «felices» cuando logran un cargo de tales características, después de haber tenido que desechar sus grandes ambiciones.
El hedonismo seduce el corazón del hombre natural, esta doctrina identifica el (supuesto) bien con la búsqueda del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida, lo cual no condice con la visión de Cristo, que busca el bien sin importar si es placentero o no.
Para el cristiano la ambición mundana de ser el más grande es una gran piedra de tropiezo. El creyente no debe seguir tal pensamiento, sabiendo que Jesús sirvió como si hubiese sido siervo y se humillo al extremo de morir en la cruz siendo totalmente inocente.
Jesús fue el ejemplo perfecto del servicio, Él dijo claramente que vino a servir y no a que le sirvan. Una posición diametralmente opuesta la de Cristo a la de la gran mayoría de los poderosos e importantes, ellos esperan ser servidos, no mueven un dedo para cooperar, porque están impregnados de la cultura del mundo.
El ser más poderoso, rico e importante del universo se describe a sí mismo como el que sirve, y lo dice muy en serio, no para ganar popularidad y adeptos, sino para ser ejemplo de vida para quienes le siguen.
Una exigencia de Jesucristo es que el mayor debe servir al menor, si eso es humillante, ahí están la fortaleza espiritual, la obediencia y el amor por Dios.
Cuán contrario al pensamiento del mundo es el accionar de Jesús, siendo poderoso se hizo débil, siendo Rey se comportó como siervo, y todo ello para servir hasta literalmente morir.
Hay quienes tienen un sentido de servicio muy desarrollado y son personas muy requeridas tanto en la vida privada como en las empresas y existen quienes no les importa mayormente cómo se encuentra su prójimo.
Es indiferente si el cristiano tiene características innatas de servicio o no, su deber es hacer la voluntad del Señor en obediencia, no debe esperar ser servido y debe trabajar en desarrollar su vocación de servicio en función a lo que Dios va implantando en él.
Lo primero es el servicio a Dios, cumpliendo con la gran comisión, después está el servicio al prójimo. El creyente debe servir en la iglesia a sus hermanos que son los miembros del cuerpo de Cristo. Que Dios les bendiga grandemente