Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. 1 Juan 2:3-6 RVR1960
Queridos amigos, cuántas veces hemos oído decir que la gente cree en Dios, porque quizás siente que ha sido bendecida de una u otra manera, pero su vida no refleja la presencia de Dios
No cabe duda que una parte importante de las personas que nos rodean no pondrán en tela de juicio, que Dios es el gran Hacedor, o que tiene todo el poder para lograr tal o cual cosa.
También está tremendamente arraigada la creencia de que, porque todos los caminos llevan a Roma, así mismo todos los conductos (pseudo)espirituales llevan a Dios.
El hombre natural suele decir, «no importa en lo que creas, lo importante es que creas».
El mundo está dominado por el relativismo, donde todo es relativo, todo depende, y nada puede ya ser definitivo. Así mismo está muy de moda ser tolerante y en pro de la tolerancia se está yendo, en variados casos, en contra de la verdad de Dios.
Sin embargo, Dios no es ni relativista, ni tolerante cuando se trata de su palabra. Su palabra no se negocia, no se discute, solo se debe cumplir.
El motivo está en la perfección y justicia de Dios, sus razonamientos y su sabiduría son perfectos y Él es justo por definición por tanto su palabra inspirada también lo es. Al haber justicia plena y perfección en razonamientos y sabiduría no hay nada que pueda oponerse a sus exigencias, a no ser el mal, que por definición se opone a la palabra inerrante de Dios.
Él es el dueño de todo y de todos, aunque a algunos les suene exagerado y otros tengan la osadía de confrontar tal verdad.
En ese sentido Él tiene toda la potestad, en su infinita majestad, de exigir que se cumpla su ley y su palabra.
Por lo tanto, quien dice que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos está siendo mentiroso.
En contraposición quien le conoce guarda sus mandamientos o posee el profundo anhelo de guardarlos, y cuando no lo hace se duele muchísimo.
En esas personas se evidencia que el amor de Dios se ha perfeccionado, es decir que la persona está convertida. Dios envió a su único hijo al mundo por amor para morir en la cruz y ese amor se perfecciona en todos aquellos que en Él creen (Juan 3:16).
Lo maravilloso de ser convertido es que se tiene el anhelo de querer vivir para la gloria de Dios, se desea vehementemente vivir en obediencia y por el mismo hecho de saber y experimentar que estamos en Él.
Finalmente, el que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo, es decir en sumisión total, en plena humildad, en obediencia perfecta, viviendo como siervo para la voluntad de su Señor.
Todo esto es imposible para el hombre natural, pero para el convertido es totalmente posible por el poder de Dios, no de sopetón, pero poco a poco, lo que se llama el camino en santidad.
Que tengan un precioso día bendecido por las manos del Omnipotente.