Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. Gálatas 5:1 RVR1960
Queridos amigos, es común escuchar el argumento de la gente, especialmente cuando se la exhorta, de que es libre de pensar y decir lo que se le antoja.
El pensamiento general del mundo es creer que la libertad consiste en hacer lo que a uno le plazca, pues no es esclavo de nadie. En estos días ni las leyes detienen esta manera de pensar. Venimos observando, por ejemplo, cómo los que debieran ser ejemplares miembros del poder ejecutivo, hacen y deshacen a sus anchas; por lo visto, el sentido de la ética y la moral se diluye cada vez más.
La supuesta libertad no es tal, porque la gente sin Dios vive sometida a la esclavitud de sus deseos egoístas, de su orgullo, de su soberbia, de sus ambiciones, y una larga lista de otros pecados. Es gente esclava del pecado sin posibilidad alguna de liberarse por sus propios medios, no tiene forma de destruir a su terrible amo, no puede huir de él, y ni la misma muerte le ofrece una solución.
El inmediatismo da lugar a que el hombre natural piense que el efecto de sus malas obras es bueno. El ladrón podrá darse grandes banquetes y realizar largos viajes de placer con lo robado, pensando en lo inteligente y exitoso que es, porque su ceguera espiritual no le permite discernir que en espíritu es un vil esclavo del pecado. Además se reirá en la cara de quienes se lo digan en amorosa exhortación.
Puesto que nadie puede liberarse de la esclavitud del pecado por ningún medio a su alcance, el Dios Padre determinó en su soberanía regalar la vida de su único Hijo a la humanidad para que a través de su muerte podamos ser liberados del pecado y de la muerte. La liberación que Cristo ofrece no es para hacer lo que queramos, pues si ese fuera el caso caeríamos de nuevo en la esclavitud de nuestras concupiscencias.
El impío preguntará: ¿cuál será el beneficio de ser liberado de la esclavitud del pecado para ser declarado libre, si se pasa a la sumisión del Salvador, siendo nombrado oficialmente esclavo de Jesucristo?
Para el incrédulo, a simple vista, es mejor mantenerse como esclavo del pecado, pues los deleites y beneficios que lo acompañan no son nada despreciables. En cambio con Cristo ya no debes mentir, ni robar, ni fornicar, ni emborracharte, debes dejar de hacer tantas cosas tan atractivas, que al hombre natural le resulta tormentoso ser su seguidor.
En ese sentido nadie busca a Dios (Romanos 3:11). Entonces es Él quien se acerca a sus escogidos para bendecirlos con gracia. Como parte de la gracia llega el don de fe, el cual permite creer en Jesucristo como Señor y salvador para el perdón de pecados y liberación del yugo del pecado.
El que es bendecido con gracia pasa a vida nueva, gracias al poder regenerador del Espíritu Santo, y sus ojos y oídos espirituales son abiertos para que pueda discernir la presencia de Dios en su vida. De repente sabe de su terrible condición anterior y que a pesar de ello, Dios le amó primero.
El poder de ese amor conduce al nacido de nuevo a anhelar retribuirle a su Padre con amor y querer hacer todo lo bueno que le pide, dejando de realizar lo malo, que solía hacer. Ese es el poder que permite que el hombre pueda mantener una relación con Dios.
Cristo no será el Salvador de nadie que no crea en Él. Los impíos no podrán beneficiarse de la libertad en Jesucristo, mientras no pongan su confianza en Él. Únicamente los creyentes verdaderos que son guiados por el Espíritu Santo viven con la firme esperanza de la vida eterna, sustentados en el amor de Dios, disfrutando de la libertad en Cristo Jesús.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.