¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia? Job 38:36 RVR1960
Queridos amigos, recientemente celebré un año menos en este mundo y algunos que me felicitaron tuvieron una buena intención al desearme que se cumpliesen los deseos de mi corazón.
Lamentablemente, el corazón del hombre es engañoso más que todas las cosas y perverso (Jeremías 17:9). Muchos rebatirán con energía lo escrito por el profeta Jeremías, pero quienes hemos sido llevados a convencimiento de pecado, sabemos cuán ciertas son dichas palabras.
El mundo te invita a seguir a tu corazón, lo cual es una invitación a caminar en engaño. El mundo no sigue y menos teme a Dios, y si el temor de Dios es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7), entonces no tiene sabiduría en su consejo. Se puede deducir que los pertenecientes al mundo, es decir, los impíos, oscurecen el consejo con palabras sin sabiduría (Job 38:2), creyéndose muy sabios, más sabios que Dios mismo, porque sobrepasan y pisotean Su sabiduría.
Dios viene desde la eternidad y se dirige hacia la eternidad, es un ser de esencia infinita, pero el hombre tiene una vida corta. Él tiene todo el conocimiento y al hombre lo domina la ignorancia, pues durante su pasar por este mundo aprende muy poco. Dios es omnipotente y posee un poder incomparable ante la debilidad del hombre. ¿Cómo se puede poner el hombre a la altura de Él?
Pero aun así quiere competir con Dios, de esa manera lo provoca en gran manera y consigue oscurecer con su necedad e ignorancia los consejos de la sabiduría del Altísimo. El orgullo y la desobediencia del hombre natural se contraponen a la obediencia y humilde fe del creyente genuino (sin mérito alguno), convertido por la sola voluntad de Dios.
El hombre sabe muy poco, pero cree saber mucho, y eso lo anima a objetar el consejo divino, pues el orgullo de ser sabio es moneda corriente en el mundo. De igual manera, es muy poco lo que puede hacer, aunque se cree autosuficiente porque posee el orgullo de poder hacer lo que quiera, gracias a los muchos alcances que Dios le dio, y tiene la osadía de oponerse a la Providencia de Dios, que en verdad otorga todo lo verdaderamente necesario.
Quien reconoce que poco sabe, debe humillarse ante la sabiduría del consejo del Creador y quien acepta su debilidad, sabe que poco puede hacer y debe someterse a los designios de la Providencia, que a su vez posee todo lo necesario para cubrir las necesidades y satisfacer los deseos de toda criatura de Dios.
Al tomar conocimiento de la existencia de la Providencia de Dios, la cual va ligada a su infinita sabiduría, perfección e inteligencia, nos podemos dar cuenta de la magnitud del bien que Dios hace todos los días. Sin la presencia de la Providencia, el caos en el mundo sería indescriptible, sin la contención del Espíritu Santo, los muy “sabios e inteligentes” literalmente terminarían por matarse unos a otros.
Un motivo más para esforzarse para no pecar contra Él y tener presentes la bondad, misericordia y amor de Dios, que tanto necesitamos.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.
