Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.” Números 14:17-18 RVR1960
Queridos amigos, vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo donde todos quieren hacer lo que mejor les parece.
Las cosas hoy cambian antes de lo esperado y cada vez se hace menos predecible la forma en que sucederán, las variables se incrementan y el número de factores a tomar en cuenta crece, y finalmente casi todo se puede interpretar de una u otra manera.
El resultado es que muy pocos aceptan regirse a esquemas de obediencia, menos a aceptar una única verdad.
Es evidente que en muchos prevalece una búsqueda por lo espiritual, especialmente para alejarse del mundo efervescente en el que vivimos. Buscan soluciones light que satisfagan sus necesidades, por lo que el cristianismo deja de ser atractivo cuando se enteran que no hay ambigüedades, que se requiere obediencia hasta la muerte si fuese necesario y que no es compatible con el mundo.
Los simpatizantes cristianos se mantienen fieles mientras piensan y sienten que Dios les ama y que quiere darles lo mejor para sus vidas: prosperidad, felicidad, paz y mucho amor. El problema nace cuando se ven confrontados con su pecado, especialmente cuando están acostumbrados al cristianismo motivacional muy de moda en muchas congregaciones de estos días.
Estemos atentos a lo que nos predican, porque sI una prédica no humilla al pecador, exalta a Cristo como Señor y salvador y habla del Evangelio, no cumple con el verdadero propósito.
La desobediencia no es una característica exclusiva de estos tiempos, ya en la época de Moisés se veía caer en desobediencia al pueblo israelita. Dios estaba decidido a destruirlos, por eso la súplica de Moisés para que perdone a su pueblo.
No existe ocasión o momento para dejar de agradecer al Señor. En este instante agradezcámosle por su paciencia para con nosotros, por ser tardó para la ira y por tener tanta misericordia por los pecadores, que vivimos agrediendo su santidad de forma constante.
Agradezcámosle todos los creyentes por haber sido bendecidos con su gracia, porque ya no seremos tenidos por culpables gracias a la obra redentora de Jesucristo en la cruz del calvario.
Ocupémonos de otros como Moisés se ocupó del pueblo hebreo, enseñémosles las maravillas de Dios, pero principalmente hablémosles del Evangelio de salvación, mostrándoles la urgente necesidad de arrepentimiento.
Les deseo un día muy bendecido.