Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de ti. Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy.» Deuteronomio 4:3-4 RVR1960
Queridos amigos, se suele decir que estamos en las manos de Dios, sin embargo lo que no se suele entender es la dimensión de este dicho.
El pensamiento común es que al ponernos en las manos de Dios, Él hará lo que mejor disponga, pensando que se trata de un ser superior que sabe actuar mucho mejor que nosotros y cuyas decisiones deben ser aceptables porque son orientadas por su divina sabiduría.
Esto suele pasar cuando, por ejemplo, la gente busca un trabajo. Se suele escuchar que dicen me he puesto en las manos de Dios y cuando es positivo aducen su éxito al apoyo de Dios y cuando no lo es, dicen que sea lo que Dios quiera.
Es una forma común de consuelo, siendo que bajo ese esquema podrían referirse a cualquier deidad, y en general así lo hacen, porque en verdad muchos no conocen al Dios de Biblia. Algunos podrían llegar a pensar que, al estar en manos de Dios, Él es capaz de hacer cualquier cosa con nosotros.
Ahora veamos en acción al Dios de la Biblia, a quien estos mismos que se entregan, supuestamente a Él, ven como horrendo.
En Baal-peor los israelitas estaban en rebelión contra Dios, pecaban en gran manera, tenían sexo ilícito con las mujeres de Moab y participaban de los sacrificios a sus dioses, inclinándose ante ellos ( Números 25:1-9).
Se trataba un gran atentado contra los mandamientos de Jehová, motivo por el cual se encendió Su furor y ordenó a Moisés ahorcar a todos los cabecillas del pueblo para aplacar su ira.
Ante tan horrenda orden impartida por Dios el mundo entero tendría para tejer largo, sin embargo, Moisés no vio este mandato con los mismos ojos. ¿Acaso un juez humano que juzga a un imputado por asesinato no le condena a muerte según la ley?
Ahora bien, en este caso no estamos hablando de la ley del hombre que tiene sus imperfecciones y por tanto puede ser objetable, nos encontramos, más bien, en frente de la ley de Dios que es perfecta, nos guste o no.
Dios en su justicia perfecta exigía que se extermine a los infractores de su ley, porque Él ya había ejercido justo juicio sobre ellos y ya había dictado sentencia. Su decisión soberana fue en esa ocasión que Moisés fuera el ejecutor de su justicia, quien a su vez ordenó a los jueces de Israel que cumplieran el mandato de Jehová.
En esa ocasión tuvieron que morir 24.000 pecadores, hasta que a través de un acto de celo y obediencia por parte de Finees nieto de Aaron Dios dio fin a la plaga que mandó contra los israelitas pecadores.
Dios no dudó en enviar una plaga y dar órdenes de exterminio contra quienes infringían su ley, ¿es eso cuestionable? Dios es soberano, justo y perfecto, ¿quién podría objetar su accionar?
Sin duda que no faltan los osados que se animan a poner en tela de juicio los actos de Dios. Si se hubiera dado en estos días tendríamos a los medios de comunicación, derechos humanos y el Defensor del Pueblo, como mínimo, apelando por los derechos de estos pobres que nada malo hacen porque lo que hacen no daña a nadie.
Preguntémonos, ¿cuánto daño le hace nuestro pecado a la santidad infinita de Dios?
Por otro lado estaban los que seguían en obediencia a Jehová, su Dios. Ellos tenían la bendición de Dios y gozaban de vida física. Cuánta la diferencia entre esos tiempos y los actuales donde el pecado no es visiblemente castigado y donde la gente abusa de la paciencia de Dios.
La gracia de Dios permite que existan quienes le siguen y vivan una vida de obediencia a causa del amor de Dios vertido sobre ellos. La promesa de Dios para éstos ya no solo es de vida física, sino de vida espiritual y para siempre.
Que tengan un día muy bendecido.