Dijo entonces el Señor: «Por cuanto este pueblo se acerca a Mí con sus palabras Y me honra con sus labios, Pero aleja de Mí su corazón, Y su veneración hacia Mí es solo una tradición aprendida de memoria, Isaías 29:13 NBL
Queridos amigos, ¿nos suenan familiares las palabras del profeta Isaías? ¿Conocemos de alguna parte esta forma de actuar?
Se suele ignorar completamente sobre la procedencia de muchas cosas de las que se hacen, pero se mantiene su práctica por la fuerza de la costumbre y el poder de la tradición. Y eso es lo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo en el mundo religioso.
Como ejemplo están los que se paran y se sientan y también aquellos que calientan el banco todos los domingos. Para éstos la religión se convirtió en rutinaria, su conciencia los acusa cuando se saltan un domingo, pues aquello arraigado por la costumbre llega a tener una fuerza impresionante.
Cuán fácil es caer en la rutina de las formas, pensando estar haciendo lo correcto en cuanto a adoración a Dios se refiere. Resulta más sencillo aferrarse a los ritos sin valor que adorar al Señor a través de la obediencia y la sumisión a su señorío.
Se requiere vivir la fe todos los días de la vida, en toda situación y lugar. Rendir tributo a Dios de boca para afuera, haciendo largos rezos u oraciones pomposas, para luego negar a Dios por la forma de vivir, es un insulto a su amor y paciencia. Dios “se queja” diciendo este pueblo solo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí (Isaías 29:13).
La verdadera religión está sustentada en los mandamientos de Dios, mientras la religión que gusta a la mayoría se basa en doctrinas que son mandamientos de hombres y en formas litúrgicas repetidas de memoria (Mateo 15:7-9).
Ezequiel describe de forma hermosa el actuar de Dios, diciendo que Él es para los pecadores como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien, pero a pesar de oír sus (bellas y alentadoras) palabras no las ponen por obra (Ezequiel 33:32).
Ya lo vimos en tiempos de Jesús, cuando los fariseos reclamaban de los discípulos por quebrantar la tradición de los ancianos al no lavarse las manos antes de comer pan, recibieron un bumerán por respuesta. Jesús los calló diciendo que sus tradiciones les llevaban a pecar, pues en vez de ayudar a su padre y madre preferían dejar una ofrenda en el templo, para supuestamente cumplir con Dios (Mateo 15:2-6).
La falsa seguridad del pecador, cuando está seguro de lo que hace a nivel religioso, será causa primero de asombro y después de lloro. Cómo se le puede hablar a Dios sin saber qué aprecia y qué desprecia. Si se le habla sin conocimiento es muy probable que lo que se le diga y pida sea necio, y que la adoración que se lleva a cabo esté también unida a los propios pensamientos, los cuales suelen ser también necios en su generalidad, cuando no está Dios de por medio.
Es imperativo dejar de cumplir por cumplir, y dejar de servir a los propios intereses e ideas para someterse al señorío de Jesucristo, sumisión perfecta y maravillosa. Cumplir con el turno del domingo, incluso realizando el esfuerzo de llegar puntual y no irse hasta ser el último es un auto engaño, si no se hace en función a lo que Dios manda.
Un adorador en verdad puede no ir al templo el domingo, rompiendo la tradición, y adorar dentro de las paredes de su hogar, esforzándose para amar a Dios con todas sus fuerzas, su alma, corazón y mente, y tendrá segura comunión con su Señor. Las reuniones en casa entre hermanos genuinos en Cristo suelen ser de gran adoración y de gran efectividad para acercarse a Dios y vivir la piedad.
Que el templo, la liturgia y la rutina no se conviertan en los ídolos que separen a las personas de Dios.
La fuerza de la costumbre en aspectos religiosos fuertemente arraigados condenan a millones de personas a vivir en la oscuridad, de la cual es imposible de escapar sin Cristo, pues Él es la Luz que ilumina en verdad para encontrar el camino de la vida. Y qué casualidad, Él también es el Camino, la Verdad y la Vida.
Les deseo un día muy bendecido.