Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, A hacer obras impías Con los que hacen iniquidad; Y no coma yo de sus deleites. Salmos 141:3-4 RVR1960
Queridos amigos, todos deberíamos conocer sobre el poder de las palabras, especialmente sobre el poder negativo que éstas llegan a ejercer cuando no son bien usadas.
La gran mayoría de nosotros hemos tenido la oportunidad de oír palabras de calumnia, engaño y enojo, y muy probablemente también hemos sido artífices de ello en por lo menos alguna ocasión.
Conocemos también personas que no hablan malas palabras, sin embargo sus corazones pueden estar llenos de odio y deseos de venganza.
Lo malo nace de un corazón de piedra, el cual determina los pensamientos inicuos, malvados e injustos, llevándonos a que la puerta de nuestros labios sea abierta de par en par, conduciéndonos al engaño, la mentira y la calumnia.
El salmista conoce el peligro que corre por no cuidar su corazón, mente y boca, sabe que su naturaleza caída le puede llevar a pensar y luego decir cosas poco agradables a los oídos de los hombres y a los de Dios.
Se sabe débil, como lo somos todos, y por eso recurre a Jehová, le pide que en su poder y misericordia se acuerde de él y le permita tener un corazón inclinado a todo lo bueno.
Clama por un corazón de carne, necesita que Dios obre su poder para cambiar un corazón de piedra en uno de carne.
Anhela vivir alejado de las obras impías, desea una vida lejos de pensamientos, palabras y acciones pecaminosos, solo quiere un devenir en obediencia para la gloria de Dios.
El salmista seguirá orando por sus maldades en vez de deleitarse en ellas como otros lo hacen.
Hay quienes se solazan cuando ven el efecto de sus palabras y acciones, en cambio el salmista le pide a Dios que no permita que el coma de sus deleites, es decir que si de su boca sale maldad, que lo primero que se le venga a la mente sea el arrepentimiento.
Pidámosle al Señor nuestro Dios que incline nuestros corazones a la bondad y que nuestros corazones sean cada vez más de carne y menos de piedra para pensar y hablar lo bueno.
Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga con su gracia.