Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. Salmos 79:9 RVR1960
Queridos amigos, ¿cuántas veces hemos recurrido a Dios en un momento de dificultad y después nos hemos olvidado del Él?
Con frecuencia pasamos por situaciones difíciles, de salud, económicas, de relación y así sucesivamente.
Y es ahí donde invocamos el nombre de Dios. Es ahí donde estamos dispuestos a prometer cualquier cosa con tal de que Dios nos oiga.
Puedo decirles que Dios puede oír nuestras súplicas, pero no siempre lo hace, al fin y al cabo se trata de un Dios soberano, quien hace y deshace en su infinita sabiduría.
En este pasaje del salmo la plegaria va dirigida a pedir perdón para ser librado de algo muy malo, en realidad lo peor que le puede pasar a cualquier humano, la muerte eterna, es decir ir al infierno.
Si comparamos este pedido del salmista con los que usualmente le solemos hacer al Padre celestial, quizás nos podríamos ver como un tanto banales.
Si no conocemos el Evangelio de Jesucristo preocupémonos de conocerlo, es para salvación.
Si no sentimos un anhelo muy grande en nuestros corazones por ser obedientes a Dios y seguir su palabra viva, es porque necesitamos convertirnos.
Es entonces cuando se hace sumamente necesario que nos postremos ante Dios y le pidamos en oración y suplica que tenga misericordia de nosotros y nos ayude para salvación.
Que Dios les bendiga con su gracia.