Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios. Ezequiel 11:19-20 RVR1960
Queridos amigos, el dicho “no todo lo que brilla es oro” significa que las apariencias engañan, especialmente cuando no se tiene un discernimiento espiritual desarrollado para ver y oír.
Tenemos casos de una sorprendente piedad externa, que en apariencia podría llevar a hacer creer en una gran cercanía a Dios, sin embargo las circunstancias externas no necesariamente son indicios verdaderos de una postura correcta ante Dios.
El pueblo percibía que los judíos que quedaron en Jerusalén eran los “buenos”, pues éstos adoraban en el templo a pesar de su idolatría. Por otra parte estaban aquellos judíos que fueron llevados al cautiverio en Babilonia que a los ojos de Dios eran los fieles verdaderos y a la vista del pueblo se veían como malos y pecadores, que estaban pagando sus culpas en el exilio.
La ignorancia engaña y permite que las apariencias confundan. Hay quienes parecen estar seguros y a salvo, y sin embargo están completamente alejados de Dios. En tanto que personas que se las ve como a débiles pasando por dificultades pueden estar bajo la protección espiritual del Dios Todopoderoso.
Las palabras escritas por Ezequiel son válidas tanto para el tiempo posterior al exilio cuando los judíos volverían a habitar sus tierras, como para describir la futura herencia que recibiría el pueblo de Dios, es decir todos los verdaderos convertidos, incluyendo a los santos de estos tiempos.
Todos los nacidos de nuevo cuentan con un espíritu nuevo, a través de la obra regeneradora del Espíritu Santo. De la misma manera son bendecidos para tener un corazón nuevo. Se trata de una transformación espiritual y moral, la cual permite al pueblo de Dios seguirLe con toda su voluntad.
El Señor quita el corazón de piedra del hombre caído, el cual es duro, insensible, cambiante y sordo, para sustituirlo por uno de carne que es sensible para conmoverse, receptivo para comprender y firmemente establecido en Dios, es el nuevo corazón del hombre espiritual.
Todos los nuevos hijos de Dios tienen “un corazón”, que significa estar unánimes en un objetivo determinado, en este caso el propósito es vivir para Dios. Como los convertidos de la iglesia primitiva que perseveraban unánimes alabando a Dios (Hechos 2:46) y la multitud que había creído era de un solo corazón y de una sola alma (Hechos 4:32).
Los que son hechos santos, es decir los convertidos genuinos, tienen un espíritu nuevo, un carácter nuevo y una predisposición nueva hacia Dios, el mundo y la vida misma. Actúan bajo nuevos principios, se rigen a nuevas reglas y sus objetivos son completamente nuevos, son nuevas criaturas porque están en Cristo.
El corazón del hombre carnal no se puede hacer sensible a las cosas de Dios, porque es de piedra, por tanto es necesario que cambie a fin de ser tierno y apto para recibir y percibir lo espiritual y divino. Un corazón de piedra no está dispuesto a humillarse y no se ocupa de lo espiritual, aunque en apariencia así lo haga.
Si nuestra nueva manera de vivir es coherente con los principios de Dios, mostrando un fuerte anhelo por ser obedientes a su Palabra, además de demostrar un carácter renovado y firme para vivir para la gloria de nuestro Señor, entonces podemos decir que hemos sido hechos santos.
Les deseo un día muy bendecido.