Y los hombres de Israel tomaron de sus provisiones, y no pidieron el consejo del SEÑOR. Josué 9:14 LBLA
Queridos amigos, estoy seguro de que todos nosotros hemos incurrido en errores a sabiendas, porque hemos caído en el engaño de nuestro “buen” criterio; terminamos diciendo “es que yo pensé que…”, y al final nos quedamos sin argumentos para terminar, queriendo azotarnos a nosotros mismos.
Eva fue vilmente engañada por la serpiente e hizo exactamente aquello que sabía muy bien que no debía hacer, y Adán la siguió a sabiendas de lo malo que estaba haciendo.
Los gabaonitas, un pueblo amenazado por Israel dentro de la tierra prometida, en un esfuerzo por preservarse, pues estaban seguros de que los israelitas los destruirían, porque tenían a un Dios poderoso de su lado, diseñaron un engañoso plan.
Muy probablemente llegó a su conocimiento el mandato de Dios sobre las ciudades dentro de la tierra prometida: Pero, de las ciudadelas de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida (Deuteronomio 20:16)
Se presentaron como si hubieran realizado un largo viaje. Su pan estaba seco y mohoso, los odres estaban rotos, su ropa andrajosa y sus sandalias gastadas. Ante tal evidencia, ¿cómo se podría haber sospechado de que se trataba de un engaño?
Pero su astucia no terminaba ahí. Les contaron que a pesar de vivir tan lejos habían oído de su poderío y de su Dios, lo cual los había motivado a querer aliarse con ellos, generando así un compromiso de no agresión.
El engañoso plan de los gabaonitas funcionó a la perfección. Josué y los ancianos no vieron ningún problema ante las evidencias y los argumentos. Pensaron que nada de lo que veían y oían estaba en contra del mandato de Jehová, lo cual les permitía actuar en consecuencia. Y realizaron la alianza, la cual fue ratificada con juramento.
No pasó mucho tiempo hasta que se supo la verdad, los líderes de Israel habían sido engañados, pues Gabaón estaba a menos de 30 kilómetros de distancia de donde se encontraban, era un pueblo que según la estipulación de Dios, debió ser completamente destruido y aniquilado.
El mundo te enseña que seguir el corazón es bueno. Josué y los ancianos de Israel se dejaron convencer por lo que sus ojos veían y sus oídos oían. Un craso error, pues Dios les había ordenado expresamente no hacer ningún tratado con los habitantes de Canaán (Deuteronomio 20:17-18).
Definitivamente lo más temible es el engaño del pecado, que nos lleva actuar sin pedir el consejo de Dios. Este ejemplo nos enseña a poner a Dios primero, es imprescindible esperar en Él antes de tomar decisiones, especialmente aquellas donde el pecado nos invita a seguir a nuestro corazón.
Los israelitas juraron no agredir a los gabaonitas, y una vez que se toma una determinación que no entre en conflicto con la moralidad de Dios, Él nos enseña y obliga a cumplir. La equivocada decisión se convirtió en irrevocable y fue motivo de sufrimiento para el pueblo de Israel.
Es menester no acelerarse y esperar el consejo de Dios. Él nos habla mediante su Palabra escrita y también da respuestas a nuestras oraciones. El consejo de su Palabra es fundamental para no incurrir en decisiones equivocadas.
A Josué no le quedó más que cumplir con su promesa. Él no hizo ningún esfuerzo por liberarse de su compromiso. De igual manera, nosotros debemos honrar nuestros acuerdos, haciendo honor a nuestra palabra.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.