y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Isaías 22:13 RVR1960
Queridos amigos, palabras de deleite para el mundo las de este versículo, muchos buscan la tan ansiada alegría y el gozo en los grandes banquetes.
En las fiestas del mundo se consigue alegría a través de la música, el baile, la comida y como complemento infaltable el alcohol, puesto que una celebración sin bebidas espirituosas es prácticamente impensable.
Conozco varias personas no creyentes que dicen que se pueden divertir sin ingerir bebidas alcohólicas, pero la mayoría que comparte con ellas las encuentra aburridas, precisamente por ese mismo motivo. Por supuesto que es una posición necia la de creer que alguien que no comparte tus aficiones es aburrido.
Aquí viene a colación lo que el apóstol Pablo escribe en Romanos 1:32 diciendo que los que viven una vida disipada son dignos de muerte. Indica que a pesar de que estos sujetos han entendido que lo que hacen es merecedor de castigo, continúan con su desenfreno complaciéndose con otros que hacen cosas parecidas o con aquellos que los siguen.
No faltará alguno que piense o comente que tales cosas como comer y beber no son tan malas, y que divertirse tampoco es negativo. Por supuesto que comer, beber y divertirse no son malos por sí mismos, lo malo radica en el espíritu de cómo se llevan adelante tales actividades. Podemos leer en 1 Crónicas 29:22 que el pueblo de Israel comió y bebió con gran gozo por haber investido a Salomón hijo de David como rey de acuerdo a la voluntad de Jehová.
Para el cristiano el gozo está en su Señor, miren qué hermoso es el versículo 4 del Salmo 43: Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
Para el impío el gozo del creyente es locura, porque por desgracia no cuenta con el don de fe genuina (Efesios 2:8), que lleva a comprender desde el significado de la cruz de Jesucristo hasta estar completamente seguro de todas las promesas que Dios hace en las Sagradas Escrituras.
Una de las promesas más gloriosas es la de vida eterna, motivo por el cual el convertido busca las cosas de Dios, poniendo en un plano cada vez más irrelevante las cosas del mundo. En contraposición, los incrédulos no tienen un sostén firme como para confiar en una vida maravillosa después de la muerte, porque su visión termina con la muerte fisica, aunque muchos dicen que se irán al cielo como consecuencia de una tradición aprendida.
Al no tener claro su destino, porque además rechazan vehementemente la idea del infierno, prefieren vivir la vida ahora, disfrutar y alegrarse con la mundanalidad, manifestando que solo se vive una vez, por tanto, se esfuerzan por “sacarle el jugo” a la diversión, porque de todos modos morirán. Admito que en mi ignorancia alguna vez dije lo que muchos dicen “de algo hay que morir”.
Los cristianos disfrutemos de nuestras bendiciones, especialmente la de la maravillosa gracia. Que el gozo por nuestro Dios inunde nuestros corazones, recordando que no somos más que nadie y que nada merecemos, por lo tanto, no miremos con desprecio a quienes no han sido bendecidos con la gracia, veámoslos con misericordia, la misma con la que nuestro Señor nos vio a nosotros y oremos por sus almas.
Les deseo un día muy bendecido.
