Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Rut 2:12 RVR1960
Queridos amigos, quienes conocen la historia de Rut, saben que es una demostración de profundo amor y de inconmovible lealtad.
El relato comienza con la salida de Elimelec y su familia de Belén de Judá impulsado por la hambruna que reinaba. Este hombre prefirió ir a vivir en medio de paganos a poner su confianza en Dios.
Sus dos hijos actuaron en consecuencia y se casaron con mujeres paganas de Moab, el lugar donde habían decidido buscar mejor fortuna. Con el tiempo murieron los tres varones de la familia y dejaron tres mujeres viudas. Noemí había seguido obedientemente a su marido, pero la carga de haberlo hecho la acompañó durante todo el tiempo de su vida entre paganos, pues se trataba de una mujer de fe.
La principal obra de Noemí fue la de enseñar a sus nueras sobre el Dios todopoderoso de Israel. Orfa resultó indiferente al nuevo Dios, mientras que a Rut el corazón le fue abierto y empezó a tener tanta o más fe que su suegra.
Tanto Orfa como Rut tenían grandes posibilidades de rehacer sus vidas, pues eran jóvenes y no tenían hijos. Noemí al ver que su ciclo había terminado en tierras de Moab decidió retornar a su lugar de origen, donde quizás alguien pudiera dignarse a recibir a una desvalida y pobre viuda.
Al inicio ambas nueras se mostraron solidarias con su suegra, manifestando su disposición de acompañarla. Sin embargo, después de recorrer un trecho del camino Orfa se dejó convencer de que retornar era la mejor opción para ella. En tanto que Rut manifestó una decisión férrea de continuar el viaje junto a su suegra, incluso a costo de dejar atrás a su familia paterna, pues sabía que no solo su reconocimiento y amor la unía a ella, sino que había algo mucho más importante, que solo seguir y apoyar a su deprimida madre política.
No sin dificultad llegaron a Belén y toda la ciudad se conmovió por causa de Noemí, quien demostró su gran pesar, manifestando que deseaba ser llamada Mara, pues el Señor la había puesto en gran amargura.
Quiero imaginarme que nadie quería hacerse cargo de una viuda acompañada de una pagana, motivo por el cual ambas mujeres pasaron por diversas penurias estando en la tierra que vio nacer a la amargada Noemí. Sin embargo, la restauración no tardó en llegar, pues ambas habían puesto su confianza en las manos de Dios.
Noemí nunca había dejado de adorar a Dios, pero no tuvo la suficiente confianza en Él, motivo por el cual no puso objeción a la decisión de su marido. No lo sabemos, pero al parecer tampoco estuvo del todo contraria a los matrimonios de sus hijos. Se trató de una suma de acciones que iban en contra de Dios y Él hizo justicia y también regalo gracia, no sin antes poner a Noemí bajo el peso de una dura prueba.
El amor de Rut hizo que ella se apropiara de la prueba de Dios y acompañara a su suegra durante todo el tiempo de su dolor. La protegió, la cuidó y la alimentó realizando una labor destacable, habiendo demostrado ser trabajadora, respetuosa y prudente, consiguió que los israelitas llegaran a respetarla.
El desenlace de la historia está en el matrimonio de Rut con Booz, quien había decidido redimir a la viuda y casarse con su nuera. Un final feliz, porque pasaron de la extrema pobreza a una condición acomodada en todo el sentido de la palabra.
Dios es un Señor de finales felices espirituales, Él vio la fe de ambas mujeres con agrado, a pesar de que una de ellas era de origen pagano, porque Él ve en toda nación con agrado a los que le temen y actúan con justicia (Hechos 10:35).
El Padre celestial uso a Noemí para que Rut Lo conociera y utilizó a Rut para la restauración de Noemí, una obra maravillosa en ambos casos. Tanto Rut como Noemí tomaron de su plenitud, pues actuaron con sabiduría, inteligencia, fortaleza y obediencia, gozándose en el Señor en sus momentos de aflicción. Y recibieron gracia sobre gracia, pues a pesar de su estado lamentable, nada indispensable les faltó, y sin importar su origen o condición de pecado el maravilloso Dios les daba de continuo un regalo inmerecido tras otro (Juan 1:16).
Las amables palabras de Booz después de declarar que estaba al tanto de la obra de Rut se cumplieron, pues Jehová no tardó en recompensar su obra, porque recibió una remuneración que nunca habría soñado: casarse con un hombre piadoso para convertirse en una de las grandes mujeres del linaje de Jesús, habiendo procreado a Obed abuelo del Rey David.
Se demostraba una vez más que no hay mejor cosa que refugiarse bajo las alas del Dios altísimo. Ni en la peor adversidad hay que perder el temor de Dios, hay que mantenerse fuertes en Él, sin miedo, con valentía. Tengamos la seguridad de que Dios vendrá con retribución divina a rescatar a los que le aman (Isaías 35:4).
Les deseo un día muy bendecido.