Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto. Salmos 92:5-6 RVR1960
Queridos amigos, especialmente en el ámbito público el hacer obras y mostrarlas es determinante para una buena parte del éxito y estabilidad de los funcionarios de turno.
Obras monumentales como la construcción de estadios, carreteras y puentes se graban en la mente del pueblo, especialmente si se generan buenas campañas de comunicación.
Sin embargo, las maravillosas y grandes obras de Jehová son conocidas por muchos, pero reconocidas como dignas de alabanza por pocos, y para muchos menos son motivo de regocijo.
La obra mayor a la vista es el planeta tierra en que vivimos, se denomina creación porque fue creado por Dios. A pesar de lo maravillosamente perfecta que es nuestra tierra y la creación que la acompaña, existen personas que insisten en que somos producto de la casualidad y de una evolución desarrollada a través de millones de años.
Los científicos para comenzar y continuando con sus seguidores que no aceptan las maravillas de Dios, de ninguna manera pueden ser identificados como estúpidos, tontos o faltos de inteligencia. La Biblia describe a estas personas como necios e insensatos, el apóstol Pablo vierte palabras duras pero ciertas haciendo alusión a todos los que no conocen a Dios “profesando ser sabios se hicieron necios” (Romanos 1:22).
Al no reconocer las grandes obras de Dios están reconociendo sus propias obras y pensamientos como grandes. Parafraseando al apóstol Pablo: aunque ven la creación y pueden ver que es una obra increíble que no puede venir de otra fuente que no sea Dios, no le reconocen, menos le glorifican o le agradecen, se enfocan en sus razonamientos vanos, por lo cual su necio corazón es, cada vez más, llevado al lado de las tinieblas (Romanos 1:21).
Para definir el comportamiento de las personas que rechazan o no conocen a Dios la Biblia usa dos términos, necio e insensato, que es bueno definirlos para su mejor compresión. Necio se dice de una persona imprudente, terca y obstinada, que actúa con un grado de presunción; mientras que insensato se refiere a alguien que revela falta de sensatez, es decir falta de juicio y consciencia.
El hombre natural es necio e insensato por naturaleza, porque para ver y oír de acuerdo a los parámetros de Dios se requiere nacer de nuevo, para lo cual es imprescindible que se tenga fe y se crea en el Señor Jesucristo como Señor y salvador.
Es necesario que el viejo hombre muera (con Cristo estoy juntamente crucificado Gálatas 2:20) para que pueda tener un espíritu regenerado, que permita al nuevo hombre dejar de ser necio e insensato.
El profeta Jeremías escribió “pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye” (Jeremías 5:21) haciendo alusión precisamente a los vanos razonamientos, que no es otra cosa que falta de verdadero entendimiento sustentada por la necedad e insensatez del hombre natural.
El hombre espiritual se goza en las maravillosas obras de Dios, en su creación y en todo lo que ha venido haciendo desde los inicios de los tiempos terrenales, porque es un gran privilegio el poder hacerlo, así como es un gran privilegio el que los creyentes seamos admitidos para alabar y glorificar a Dios, pues él ha obrado una maravillosa obra sobre nosotros a través de la muerte de su hijo Jesucristo en la cruz del calvario, además de bendecirnos con su eterna misericordia y su infinita gracia.
Alabémosle de mañana al abrir los ojos y alabémosle de noche al cerrar los ojos. Demos gracias durante el día y no cesemos de gozarnos en sus maravillas y en los pensamientos que conocemos de Él.
Les deseo un día muy bendecido.