Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés. Deuteronomio 34:9 RVR1960
Queridos amigos, durante bastante tiempo no entendí correctamente qué significaba o implicaba la imposición de manos.
Leyendo el final del Pentateuco en el último capítulo del libro de Deuteronomio me llamó la atención el acto de la imposición de manos de Moisés, quien había puesto sus manos sobre Josué.
Alguien, normalmente de autoridad, pone sus manos sobre otra persona con el objetivo de bendecir, de dar autoridad espiritual o sanidad, o de que sea lleno del Espíritu Santo. Es un acto que se ve en diferentes pasajes de la Biblia. Los grandes patriarcas del Antiguo Testamento hicieron imposición de manos, Jesús impuso las manos y también los apóstoles y ancianos. Existen casos de imposición de manos de personas que no necesariamente esgrimían alguna autoridad, como es el caso de Ananías que impuso sus manos sobre Saulo de Tarso (Pablo) en Damasco.
Ahora bien, ¿cuánto necesitan las personas que se les imponga las manos para recibir bendición, sanidad o al Espíritu Santo? La respuesta es que no necesitan de la imposición de manos como tal, porque quien obra es Dios, y Él no necesita de actos (simbólicos) para hacer efectiva cualquiera de sus bendiciones.
Entonces, ¿la imposición de manos se hace superflua o innecesaria? La respuesta es no, pues se trata de una acción física con connotación espiritual, haciendo participe al hombre del accionar de Dios, por decirlo de alguna manera.
El problema se suscita cuando se atribuye a la imposición de manos un efecto fuera del contexto escritural, es decir que se le otorgan propiedades determinadas sin tomar en cuenta que solo el accionar de Dios es el que da resultados.
En ese caso nos adentramos en ámbitos de la superstición en un contexto de ritualismo religioso rígido, porque se le atribuye al acto físico de la imposición de manos un poder espiritual, que no existe. Es imprescindible adentrarnos en esta arista del tema, porque una imposición de manos supersticiosa dentro de un sistema religioso de error es de muy peligrosa influencia.
La imposición de manos no provee nada sin la acción específica de Dios. El acto de la imposición de manos no transfiere bendición o efecto alguno, sino la voluntad soberana de Dios, quien determina cuándo y cómo bendecir.
Tal cual el bautismo, la imposición de manos solo es un acto físico, que sin la participación directa de Dios no tendría ningún sentido. Cuando, por ejemplo, un anciano de la congregación impone las manos a una persona, es Dios, y no esa persona, quien da la bendición, si es su voluntad hacerlo en tal oportunidad.
En estos tiempos que vivimos, muchos cristianos están atrapados en determinadas prácticas religiosas, entre ellas el uso y abuso de la imposición de manos, a las cuales atribuyen propiedades casi mágicas, que en su criterio son de carácter imperativo, atribuyéndoles efectos definitivos para su vida espiritual.
Se sustentan en doctrinas que se apoyan más en la superstición que en la verdad de las Sagradas Escrituras.
Analizando el caso puntual entre Moises y Josué la imposición de manos realizada tiene que ver con la transmisión del mando de Moises a Josué como conductor y líder de Israel por disposición divina, traspasando la cualidad de dignidad de Moises sobre Josué para que la congregación le obedezca (Números 27:18-20).
No se trataba de un cargo que se hereda de generación en generación, como lo fue en el caso de Abraham a Isaac y de Isaac a Jacob. Notemos que Josué no hizo imposición de manos cuando estaba cercano a morir para transmitir el mando.
En el Nuevo Testamento el Señor Jesucristo sanó enfermos no solo poniendo sobre ellos las manos (Marcos 6:5 y Lucas 4:40), también sanó enfermos tocándolos, como en el caso de la hija de Jairo (Marcos 5:23), curó a distancia en el caso del criado del centurión (Mateo 8:5-13) y sanó a la mujer que tocó su manto. Observamos que el Señor sanaba de diferentes maneras y en todos los casos de manera muy efectiva.
Los apóstoles fueron comisionados para llevar el Evangelio y les delegó la potestad para hacer señales que confirmaran la Palabra. Les dijo que debían poner sus manos sobre los enfermos para sanarlos (Marcos 16:18) de manera milagrosa. Las señales eran solo un medio que el Señor utilizaba para confirmar la veracidad de su Palabra entre los incrédulos.
Muchos cristianos consideran que las señales continuan desde los tiempos del cristianismo primitivo, sin tomar en cuenta el objetivo de las mismas: confirmar la verdad de la Palabra. En estos tiempos ya no necesitamos de señales, pues está definitivamente confirmado desde los tiempos apostólicos que la Palabra del Evangelio es veraz.
Tampoco se puede negar, que Dios en su soberanía puede permitir que alguien realice señales para confirmar la verdad de Su Palabra. Sin embargo, lo que con frecuencia vemos está ligado al engaño, porque observamos una suerte de exhibicionismo en personas de autoridad en determinadas congregaciones que pretenden ostentar algún poder divino, sin contar con ninguno.
En Hechos 6:6 los apóstoles impusieron las manos sobre los recién nombrados diáconos. Los siete que fueron escogidos para el servicio ya estaban llenos del Espíritu Santo. La imposición de manos solo y únicamente representaba un acto de reconocimiento oficial ante la buena elección que los discípulos habían realizado. El acto no llevó a ningún efecto especial, más bien se trató de la expresión de comunión, común acuerdo, de los apóstoles con las personas escogidas para el servicio.
Dentro del contexto cristiano el hombre en su condición inicua pretende justificar mediante la imposición de manos actos que van en contra de las Escrituras a través de construcciones artificiales, tales como la instauración de jerarquías religiosas, por ejemplo el nombramiento de ancianos, la designación a diferentes ministerios; la transmisión de algún cargo de jerarquía y hasta la pretensión de transmitir el Espíritu Santo.
También existen ofertas pseudo espirituales que están fuera del ámbito cristiano, como es el caso del reiki un tipo de imposición de manos a los enfermos. Por tratarse de algo proveniente de oriente es visto como realmente espiritual y relacionado a energías y vibraciones. Es otra píldora de engaño que la mayoría de la gente se traga con gusto.
Les deseo un día muy bendecido.