¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? Jeremías 13:23 RVR1960
Queridos amigos, la ciencia moderna ha conseguido cambiar lo incambiable, me refiero a los que cambian de sexo a través de una o varias operaciones quirúrgicas.
De la misma manera muchos de nosotros recordamos cómo el famoso cantante pop Michael Jackson se aclaró la piel. Gracias a Dios al leopardo no se le ocurre, todavía, mudar sus manchas.
El sentido de este versículo va de acuerdo al refrán “la mona aunque se vista de seda mona se queda”. Significa que podemos hacer muchos esfuerzos por aparentar algo que no somos, sin embargo, aunque nos surta efecto por un tiempo, en cualquier momento saldrá a la luz lo que en esencia somos.
Desde la caída el hombre natural vive bajo la esclavitud del pecado (Juan 8:34), por tanto tiene como su señor al mismo pecado (Romanos 6:16), a quien sirve fielmente. El poder del pecado es tal, que resulta imposible para el hombre natural liberarse de él y lo más triste es que está tan sordo espiritualmente (Jeremías 6:10), que no se da cuenta de su paupérrima situación.
Estando bajo la cautividad del pecado el hombre natural está habituado a pecar. No falta quien se de por aludido asegurando que no peca (o que apenas peca) y se indigne con todo lo dicho sobre la condición del hombre, eso se debe a que no tiene ojos para ver ni oídos para escuchar.
El resumen es que a los ojos de Dios hasta la persona más buena a la vista del mundo natural no puede hacer el bien porque el pecado mora en ella. El apóstol Pablo describe en Romanos 3:10-12 la penosa condición de pecado del hombre diciendo que no hay justo, no hay quien busque a Dios, no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno.
La única fuerza capaz de liberar de la esclavitud del pecado es el poder infinito de Dios, ese maravilloso poder se desencadena cuando somos crucificados conjuntamente al Señor Jesucristo (Gálatas 2:20) y morimos al poder del pecado (nótese el singular).
Por supuesto que la obra del Creador no es a medias, Él la completa a través de algunos pasos: la expiación sustitutiva de Cristo Jesús (1 Pedro 2:24), a través de la cual podemos ser justificados de nuestros pecados (nótese el plural) y la regeneración a vida nueva a través del Espíritu Santo, naciendo de nuevo.
En Romanos 6:17-18 el apóstol Pablo expresa su gratitud a Dios por todos aquellos que eran esclavos del pecado y que por el poder del Señor obedecieron a la doctrina a la que fueron entregados, después de haber sido liberados del pecado, cambiando su condición de esclavos del pecado a siervos de justicia.
El rey Joaquín y su reina pasarían dolores grandes por su inflexible obstinación en pecar. Así como es imposible reformarle la naturaleza leonina al león también es moralmente imposible cambiarle la naturaleza pecaminosa al pecador. Recordemos el famoso dicho del mundo “la gente no cambia”. Somos formados bajo una naturaleza de pecado y no podemos ser librados de ésta por un poder propio o externo del mundo, solo Dios obrando con su infinito poder es capaz de quitarle las manchas al leopardo.
Lo imposible para el hombre es posible para Dios. ¿Estamos dispuestos a buscar ayuda en Aquel que tiene el poder para salvar?
Les deseo un día muy bendecido.