Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? Jeremías 12:1 RVR1960
Queridos amigos, solemos juzgar las cosas que otros hacen, especialmente cuando no nos gustan o cuando no nos parecen correctas.
El apóstol Pablo en una exposición magistral muestra en el capítulo 1 versículos 18 al 32 de su epístola a los Romanos la culpabilidad del hombre, describiendo con precisión la forma en que éste se hace culpable y merecedor del juicio de Dios, demuestra que nadie puede decir que no es culpable.
En el capítulo 2 versículos 1 al 3 de la misma epístola a los Romanos indica que el hombre es inexcusable cuando juzga, porque no tiene la más mínima solvencia cómo para decir lo malo que hacen otros, porque que él hace lo mismo.
Para dejar de ser culpable es necesario el acto de justicia que realizó Jesucristo en la cruz, Él murió por los escogidos para vida eterna. La muerte sustituta de Cristo Jesús, es decir su expiación, es suficiente para que Dios obre justificación sobre aquellos culpables, a quienes bendice con misericordia y gracia.
Los que viven perseverando en la fe y para la gloria de Dios, viven de esa manera porque el poder de Dios ha obrado sobre ellos a través de la regeneración de su espíritu, la cual los ha llevado a una vida nueva radicalmente diferente de la que llevaban antes.
Siempre es Dios actuando en todos los ámbitos, todo es obra suya, por eso suena muy injusto que un convertido clame a Dios por el castigo de los pecadores, pues él no hizo nada para merecer la gracia, es decir el perdón de Dios, todos debemos darnos cuenta de nuestra culpabilidad, porque todos estaremos en grandes dificultades si Dios paga a cada uno según sus obras.
No obstante, todo lo anterior, la condición de Jeremías le llevaba a pedir a Dios justicia, estaba impaciente porque la estaba pasando mal, su vida fue sumamente difícil, y la prosperidad de los impíos le disgustaba.
Por supuesto que es normal demandar justicia cuando se ve injusticia, pero también debe ser un motivo para reflexionar sobre cómo nos comportamos y nuestra mirada debe estar puesta en la verdad y justicia del Señor.
La causa de Jeremías estaba sustentada en la sinceridad del justo, puesto que él vivía una vida de sumisión a la voluntad de su Señor, de ninguna manera tenía la culpa del hipócrita que reclama cualquier causa sin tener el respaldo moral para hacerlo.
Tengamos por seguro que Jeremías sabía que la justicia de Dios llegaría, así como el creyente de estos días también lo sabe, lo complicado está en que no se sabe cuándo, motivo por el cual nace la impaciencia, porque ante tanta injusticia en este mundo se anhela una pronta llegada de la justicia.
Recordemos que nos encontramos ante un Dios que tiene como atributos la longanimidad y la paciencia, además que sus tiempos son tremendamente diferentes a los nuestros, y que su respuesta a nuestro clamor puede llegar incluso después de nuestra muerte.
Debemos estar preparados a enfrentar pacientemente cualquier injusticia actual o venidera, sabedores que el justo juicio de Dios llegará para píos e impíos.
Les deseo un día muy bendecido.
