La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Santiago 1:27 RVR1960
Queridos amigos, el cristianismo trata más acerca de una relación con Dios, que de prácticas religiosas.
Los que somos seguidores de Cristo tendemos a reaccionar negativamente ante la palabra religión. Esto se debe a que nos nace un rechazo hacia lo que comúnmente se entiende por religión. Es decir un cúmulo de reglas, prácticas y creencias centradas en la devoción de todo lo que se considera sagrado, que al final alejan del Dios verdadero (en vez de acercar).
Nos gusta esgrimir el concepto que el cristianismo no es una religión, sino más bien una relación. Entendiendo que religión se refiere a la creencia en una (o más) entidad(es) divina(s) y su conocimiento; el cristianismo resulta ser una religión porque encaja con la definición.
El cristiano debe esforzarse por un caminar cercano a Dios y debe cultivar su relación con Él. La posibilidad de que el creyente pueda desarrollar una relación con Dios se da a través de la obra en la cruz de Jesucristo y al ministerio del Espíritu Santo, lo que no se da en ninguna otra religión.
Es doloroso observar a personas que se esfuerzan por parecer más religiosos de lo que son, o al contrario, que dicen pertenecer a una determinada religión y en el mejor de los casos se mantienen tibios en su religiosidad. En ambos casos se trata de un claro indicio de que su religión es vana y vacía.
Es común ver cultos modernos, ya sea en el catolicismo o en el protestantismo, para no hablar de otras religiones, llenos de parafernalia, con vestimentas elaboradas, música sobrecogedora y una organización que observa hasta el más mínimo detalle. Todo muy ceremonioso, apegado a una estricta liturgia y con rituales elaborados.
Se percibe que están tan enfocados en lo externo, que se distraen desarrollando su infraestructura e invierten mucha energía en perfeccionar sus actos religiosos, que no les queda ganas ni tiempo ni fondos para cualquier otra actividad. Esa es la religión que al verdadero creyente no le atrae o no debería atraerle.
Santiago nos enseña que la religiosidad para nada aporta, pues la verdadera religión es dedicarse al servicio del prójimo y vivir con pureza, guardándonos sin mancha del mundo.
No obstante, las altas manifestaciones de religiosidad de muchos haciendo alarde de una vida de justicia, estos muchos mantienen un corazón duro y una actitud de “nomeimportismo” ante las exigencias de la verdadera justicia. Si tienen misericordia de su prójimo no se ve, oprimen a quienes pueden y en definitiva no caminan con humildad delante del Creador (Zacarías 7:6-12).
Se hace de la religión un culto repetitivo y primoroso en nombre de Dios sin amar a Dios, pues amar a Dios es ser Le obediente, amar al prójimo y buscar vivir en santidad.
Les deseo que Dios les guarde en este día.