Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;” Deuteronomio 17:18-19 RVR1960
Queridos amigos, hay un dicho que dice “cada pueblo tiene el presidente que se merece”.
Esto se da a través de la las elecciones democráticas que son la tendencia de estos tiempos modernos. Usualmente el pueblo valora los beneficios directos que puede recibir de los diferentes candidatos, escogiendo al que más convincente le parezca, no importando mucho si es una persona temerosa de Dios, ética y de principios sólidos.
Lo penoso es que todos los candidatos centran sus ofertas en aspectos que, por angas o por mangas, redundan en lo económico; la pobreza o avidez de los pueblos hace que ese sea su principal foco de interés.
Dios es el máximo, digamos, líder y es Él quien pone y saca gobernantes.
Deuteronomio fue escrito durante el Éxodo, sin embargo, ya se daban instrucciones de cómo se debería comportar un mandatario, es decir un rey, mucho tiempo antes de que se presentara la demanda de tener un monarca.
Si bien Dios no deseaba que un rey gobernara la nación de Israel, porque Él era el Rey a quien su pueblo escogido debía obedecer, ya se había confirmado que su pueblo era de dura cerviz y que insistiría en el futuro, a pesar de todo, en tener un rey terrenal.
Una vez más se demuestra la falta de libertad en el pensamiento del hombre cuando es influenciado por el mundo. Las naciones vecinas tenían, todo un rey, y el pueblo hebreo también quería uno. No oyó que a un rey hay que servir y obedecer, y que un rey les pondría cargas de todo tipo, estaba empecinado en ser igual que sus vecinos sin evaluar las consecuencias.
Dios en su divina sabiduría se adelantó en prescribir cómo debería comportarse un rey, pues él sabía que el pueblo pediría uno, dominado por sus motivos egoístas, y así lo hizo en tiempos del profeta Samuel.
La Palabra de Dios debe ser la guía para todos los que Le quieren seguir, más aún para un líder de la talla de un rey.
En estos días cualquiera puede tener acceso a una Biblia, en esos tiempos era necesario que se hiciera una copia de las Escrituras, puntualmente el Pentateuco, con el objetivo de que el rey las tuviera a mano todo el tiempo.
Sabemos que si usamos la Biblia como almohada sus palabras no penetrarán por ósmosis en nuestro cerebro, es necesario leerla todos los días para conocerla bien y obedecerla con firmeza. De esa manera se podrá aprender a temer a Jehová, se guardarán las palabras de la ley y se pondrá en acción todo lo aprendido.
Los principales problemas por los que puede pasar un líder, como un rey, son las tentaciones de los honores, las riquezas, el poder y los placeres. Si es obediente a la Palabra reconocerá que la soberbia debe ser combatida severamente, sabrá que todos los honores se los debe llevar Dios.
El primer rey de Israel fue Saul, quien no se guió por los mandatos de Jehová, después vino David, quien fue uno de los hombres más temerosos de Dios.
La gran mayoría de los reyes posteriores de Israel, así como la mayor parte de mandatarios actuales no siguieron ni siguen las ordenanzas de Dios, menos tienen temor de Él, si le siguieran como Él manda, con seguridad tendríamos un mundo mejor.
Les deseo un día muy bendecido.