“Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” 1 Reyes 3:9 RVR1960
Queridos amigos, creo que todos hemos sentido el peso de alguna tarea que nos fue encomendada. Nos hemos visto incapaces de llevarla a cabo y nos hemos sentido inútiles e impotentes.
¿Cuántos de nosotros nos hemos postrado ante Dios para suplicarle humildemente que nos guíe y si fuera necesario nos regale el don adecuado para cumplir la tarea asignada?
Muchos pensamos que Dios hará milagrosamente el trabajo por nosotros, y lo puede hacer si está en su voluntad, sin embargo, no debemos pedir a Dios lo que nosotros podemos hacer.
Oremos para que nos dé, por ejemplo, confianza, seguridad o fortaleza para que podamos lograr nuestro objetivo, siempre y cuando se trate de algo acorde a Sus preceptos.
Salomón se encontraba ante un gran reto, había heredado la corona y debía reinar sobre un numeroso pueblo. A pesar de ser crecido en años, todavía era inexperto y necesitaba crecer en experiencia y habilidades, por tanto, requería de toda la ayuda que Dios estuviera dispuesto a darle.
No dudó en alabar y agradecer al Señor para luego pedirle humildemente que le regale un “corazón entendido”, es decir que le bendiga con sabiduría para guiar correctamente a su pueblo, tomando las mejores decisiones.
Dios le había dado a Salomón la opción de pedir lo que quisiera y su sabia petición fue pedirle algo que podía ser utilizado para servir a otros.
El pedido de Salomón es una joya de la Palabra, una gran enseñanza para todos los que aman a Dios y confían en Él. Pudo haber pedido riquezas, salud o cualquier capricho personal que se le antojase, pero con mucha humildad pidió poder dirigir al pueblo sabiamente.
Deseaba conocer con precisión la diferencia entre el bien y el mal, y para eso necesitaba tener un corazón comprensivo, que le permitiera gobernar al pueblo de Dios adecuadamente.
Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. Con certeza que Dios se sintió halagado con un pedido tan digno, de tal forma, que decidió bendecirlo dándole un corazón sabio y entendido, al extremo que Salomón es el hombre más sabio de la historia pasada, actual y futura. Las Sagradas Escrituras nos dice que Dios le dio tanta sabiduría como nadie tuvo y nadie tendrá.
Dios bendice de manera especial a quienes se dirigen a Él en actitud humilde. El Señor recompensó a Salomón por haber pedido con humildad y le dio lo que no pidió: riquezas, fama y poder. Le prometió que ningún otro rey del mundo se podría comparar con él por el resto de su vida.
Finalmente le prometió largos días de vida si le seguía y obedecía sus decretos y mandamientos tal cual lo había hecho David, su padre.
Todos deberíamos pedir con humildad a nuestro Dios Padre, a Él le agradan las actitudes humildes. Es más probable que Él atienda nuestras peticiones, si actuamos con un sentido de servicio y obediencia, además de mostrar un corazón arrepentido y humillado. Actuando de esa manera quizás recibamos bendiciones inesperadas.
Si nos acercamos a Dios con una actitud adecuada y si vivimos una vida consecuente con Sus Escrituras, tengamos por seguro que seremos bendecidos con gozo y paz en nuestros corazones.
Aprendamos a valorar las maravillosas bendiciones de Dios, que normalmente no son riquezas materiales, sino espirituales.
Les deseo un gran día y muchas bendiciones.