Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Hechos 14:11 RVR1960
Queridos amigos, es doloroso observar el poder de las tradiciones sobre las almas humanas; primero se realiza la repetición de algún hecho o acción, después se ve como interesante repetirlo nuevamente, luego, poco a poco, se convierte en necesario, para terminar siendo imprescindible, habiéndose transformado en un ídolo.
Cuando se le pregunta a alguien sobre su creencia religiosa en el medio en el que vivo, la respuesta suele ser “soy católico de nacimiento”. Lo que quieren decir es que su familia es tradicionalmente católica y que ellos nacieron bajo dicha tradición. De igual manera, pero en menor número aunque creciente, hay gente que indica haber nacido cristiana.
Al profesar su creencia religiosa no están haciendo otra cosa que seguir una tradición impuesta por sus antepasados. Como el emperador Constantino se identificaba con lo cristiano, aunque durante su vida no demostró señales de conversión genuina, impuso su fe intelectual en el vasto imperio a su cargo, legalizando la religión cristiana.
A partir de ese punto histórico se refuerza grandemente la tradición católico cristiana. Fueron tiempos de cambios radicales y muchos politeístas terminaron siendo monoteístas dominados por la influencia iniciada por su emperador. Y de defender a capa y espada, es decir una defensa decidida y con empeño, su tradición de dioses humanizados, pasaron a realizar guerras en nombre de su nueva religiosidad de un solo dios.
Una contundente muestra de cómo las tradiciones afectan la vida humana es el ejemplo que vivieron Pablo y Bernabé en la ciudad de Listra. Muy pocos se animarán a afirmar en estos días, que Júpiter y Mercurio o Zeus y Hermes no son otra cosa que producto de la imaginación religiosa del hombre antiguo. Entonces, ¿cómo era posible que tanta gente culturalmente cultivada, incluidos grandes pensadores y filósofos, pudiera creer inocentemente en esos dioses de fantasía?
¿Acaso la presencia de Dios no fue evidente, en el pasado? Él había permitido que todas las naciones siguieran su propio camino (acompañados de sus tradiciones), pero nunca las dejó sin pruebas de sí mismo y de su bondad haciendo el bien. Por ejemplo, hasta ahora no deja de enviar lluvia y cosechas fructíferas, tampoco deja de proporcionar alimento y alegría en los corazones.
La respuesta se encuentra en la dureza del corazón y la psicología del hombre natural, que tiende a ser un seguidor de aquellos “innovadores”, en quienes se inclina a confiar porque tendrían una posición coherente y, por tanto, convincente, además de ocuparse en la difusión activa de dicha confianza. Hasta tal punto que la innovación se repite una y otra vez hasta convertirse en tradición, la cual está instaurada de tal manera en los corazones, que hay que defenderla con más ahínco que a una posición de trinchera.
Los habitantes de Listra tuvieron la oportunidad de ver un milagro realizado por el apóstol Pablo (a través del poder del Espíritu Santo) sobre un hombre lisiado de los pies, quien se puso de pie de un salto, inmediatamente después de la orden de levantarse de Pablo, y caminó por primera vez en su vida.
El impacto de tal proeza condujo a la impresionada multitud a querer endiosar a Pablo y Bernabé, diciendo que se trataba, nada más y nada menos, de Zeus y Hermes en persona, a quienes había que adorar ofreciendo sacrificios. Es curioso observar la presteza con la cual el hombre natural hace conjeturas para definir realidades.
Pablo y Bernabé estaban escandalizados, a tal extremo, que rasgaron sus vestiduras, mientras defendían ser simples humanos, que solo tenían la intención de llevarles las Buenas Nuevas de que debían apartarse de cosas inútiles y volverse al Dios viviente, único Dios verdadero, creador del cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
La multitud no tenía oídos para oír y a duras penas Pablo y Bernabé pudieron contener a la gente para que no les ofrecieran holocaustos. La cruda realidad fue, que la respuesta no se dejó esperar, influenciada por unos judíos que acababan de llegar (siguiendo los pasos de los apóstoles), la turba apedreó a Pablo y lo arrastró fuera de la ciudad, pensando que había muerto.
Los religiosos tradicionales de estos tiempos no dudarían en apedrear a los evangelizadores, que con amor les presentan las Buenas Noticias de Jesucristo, si no estuvieran contenidos por las leyes modernas. Para muchísima gente la tradición afianzada en sus corazones es más fuerte que el llamado de Dios.
Después de la venida de Cristo Jesús, Satanás ha diseñado religiones afines a sus objetivos, cuyo diseño es tan bueno, que el hombre natural las sigue tradicionalmente a ciegas por no contar con vista espiritual, convencido de estar haciendo lo mejor para él. Cada uno, con su gusto y estilo, defenderá arduamente su posición religiosa. Y aquellos escogidos y llamados, no importando su origen, raza o condición religiosa, caerán a los pies de Jesucristo por pura misericordia y gracia de Dios.
Bendigo su día y que la obra de cruz de nuestro Señor Jesucristo se haga efectiva sobre su vida.
