Si te llaman a testificar sobre algo que hayas visto o que sepas, es pecado negarse a testificar, y serás castigado por tu pecado.” Levítico 5:1 NTV
“Si alguno pecare por haber sido llamado a testificar, y fuere testigo que vio, o supo, y no lo denunciare, él llevará su pecado.”
Levítico 5:1 RVR1960 FE
Queridos amigos, en algunas películas de EEUU pude ver juicios y la importancia que le dan a la Biblia, haciendo jurar a los testigos poniendo su mano sobre ella. El juramento exige que se diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Utilizan la Biblia como un símbolo que representa a Dios y para dar máxima formalidad y solemnidad al juramento realizado por el testigo llamado al estrado. El juramento es un acto que pone a Dios como testigo de la sinceridad de la persona en cuestión.
Es una tradición que viene de los tiempos en que la gente era mucho más temerosa de Dios. Hoy por hoy, me arriesgo a pensar, que una mayoría de testigos no tiene ningún inconveniente en jurar ante Dios poniendo su mano en la Biblia, para después mentir. El motivo es simple, el temor de Dios es prácticamente inexistente en la vida de estas personas, incluso cuando dicen creer en un ser superior.
Podemos ver que las Escrituras enseñan que es pecado negarse a testificar y que también es pecado evadir la verdad mientras se testifica. La consecuencia de negarse a testificar sobre algo que se ha visto, oído o que se sepa es el justo castigo que viene de Dios.
El perjurio se da cuando una persona ha jurado decir la verdad y omite decirla o miente. Este delito es un pecado ante los ojos de Dios, y ante los ojos del hombre tiene una especial relevancia dentro de su legislación, porque suele aportar a que el testigo no mienta o se cuide de mentir por las consecuencias penales que conlleva.
Todo ciudadano está en el deber de defender la integridad de la ley, al menos se supone que así es. Si uno ve una transgresión a la ley, debería proceder con una denuncia formal. De igual manera en épocas del Antiguo Testamento la omisión de denunciar una violación hacía culpable ante la ley de Dios a la persona que decidía guardarse su testimonio. La consecuencia era que la persona se volvía tan culpable como el acusado, se la consideraba como participante del pecado.
Motivos para no querer decir la verdad hay muchos, puede ser el miedo de no querer ofender o la intención de encubrir por algún tipo de lealtad. El punto es que quien se niega a dar la evidencia o la da a medias se hace responsable de su pecado, parafraseando la Biblia podría decir que hace iniquidad, la cual representa una enorme carga que aplastará a la persona durante toda la eternidad en el infierno.
Todos los que seamos llamados a testificar seamos ante todo temerosos de Dios, recordando esta su ley. Digamos la verdad con libertad, sin temer a quienes nos pueden quitar la vida terrenal, más temiendo a quien puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno (Mateo 10:28).
Que Dios nos haga fuertes para que defendamos siempre la verdad.
