No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. 1 Samuel 2:2 RVR1960
Queridos amigos, el término santo fuera de la Biblia tiene acepciones diferentes, las cuales conducen a confusión tergiversando su verdadero significado, en cuanto a la santidad de los convertidos y la santidad de Dios.
En unos casos se entiende “santo” como alguien consagrado a la religión o a Dios, en otros se define como santo a las personas “buenas”, libres de culpa y bondadosas, que sobresalen por su ética y valores morales.
Los santos de acuerdo a la Biblia son los convertidos nacidos de nuevo con un espíritu regenerado, quienes han sido justificados de pecado y, por tanto, pueden llamarse santos. No dejan de pecar pero anhelan no hacerlo, entonces en este sentido significa vivir alejado o separado del pecado.
Dios da el mandamiento “sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). Los convertidos deben presentar sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, porque es su culto racional (Romanos 12:1).
En tanto que, Dios es infinitamente santo; Samuel escribe: no hay (nadie) santo como Jehová. De igual manera Moises menciona en el libro de Éxodo “¿Quién como tú, magnífico en santidad…?
Dios es santo porque todos sus caminos son de rectitud, sin ninguna iniquidad en Él. Es el único ser descrito como tres veces santo, es decir su santidad no tiene comienzo ni fin (Isaías 6:3), además lleva “Santo” por nombre (Isaías 57:15).
Dios es uno y único, no existe nadie más como Él y tampoco hay otro fuera de Él. Con justicia Samuel pregunta: ¿quién es Dios, sino solo Jehová? (2 Samuel 22:32), y el rey David continúa: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? (Salmos 73:25).
El profeta Isaías refuerza la enseñanza mostrándonos que Dios es el primero y el postrero, y fuera de Él no hay Dios (Isaías 44:6). Recordemos que Dios reina sólo sobre el universo y no necesita de apoyos. No hay más dioses ni nada ni nadie que lo pueda sustituir, todo el resto es idolatría.
Las maravillas de Dios solo pueden ser hechas por Él. Nuestro Creador muestra su grandeza y su mano poderosa a sus siervos, no hay otro dios en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las de Él (Deuteronomio 3:24).
Él es, es el Dios autoexistente, de Él dependen la vida y la muerte, si Él quiere hiere o sana, nadie se puede librar de sus manos (Deuteronomio 32:39). Pero cuán hermoso saber que Él se presta para ser nuestra roca de refugio y adoración donde podemos recurrir continuamente, Él es nuestro castillo, nuestro libertador. Él es una fortaleza para el creyente, en Él se puede confiar, porque su fidelidad le rodea. Es verdadero escudo, nuestro alto refugio y la fuerza de nuestra salvación (Salmos 18:2).
Alabemos y exaltemos a nuestro Dios como lo hizo el salmista: Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, ni obras que igualen tus obras. Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová? ¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados? No hay semejante a ti, oh Dios Padre; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío.
Y no lo olviden, el Señor Jesucristo es ese mismo Dios maravilloso.
Les deseo un día muy bendecido.