Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. Joel 2:13 RVR1960
Queridos amigos, en nuestros tiempos el dicho “rasgarse las vestiduras” se refiere a que alguien dramatiza o exagera en su reacción en relación a un acontecimiento puntual.
Algunos también usan la expresión para criticar a quienes se escandalizan en exceso ante una débil ofensa.
Es muy probable que a la mayoría de nosotros nos parezca extraño que alguien rasgue la ropa que lleva puesta porque se enteró, por ejemplo, de la muerte de un pariente. En las épocas antiguas esto era una costumbre común de los pueblos orientales, especialmente de los judíos, cuando sentían vergüenza, dolor por alguna pérdida, furia, indignación o algún otro sentimiento intenso.
Las Sagradas Escrituras mencionan en numerosas ocasiones esta expresión cultural: Rubén, el hijo mayor de Jacob, fue el primero en ser mencionado como alguien que rasgó sus vestiduras. La lista es larga, aquí algunos ejemplos de personas que rasgaron sus prendas de vestir por diferentes motivos en tiempos bíblicos: Jacob, Job, Josué, David, Ezequías, Atalía, Caifás, Pablo, Bernabé.
El acto de rasgarse las vestiduras es verdaderamente dramático, tiene una connotación de mucha fuerza como reacción, no solo se trata de lo que se siente por dentro, sino también exterioriza los sentimientos, mostrando ropas rasgadas (los vestidos que muchos aman) y un pecho al descubierto.
Por supuesto que cuando el dolor, la pena o la indignación no son genuinos el rasgarse las vestiduras es un acto de horrenda hipocresía. Carecer de sinceridad mostrando un dolor extremo al rasgarse las vestiduras es un acto deshonesto, aunque los hombres se la crean, a Dios nadie le engaña.
Dios nos pide que dejemos de rasgarnos las vestiduras por todo y por nada, y que más bien rasguemos nuestro corazón. Nosotros rasgamos nuestras vestiduras por lo que nos sucede, debemos rasgar nuestros corazones por lo que le hacemos a Dios y las consecuencias de ello.
De nada sirve romperse las vestiduras, si no tenemos consciencia de nuestro pecado, si nuestro corazón no ha sido desgarrado por el gran dolor de descubrirnos pecadores y en enemistad con Dios.
Rasgar nuestro corazón es darnos cuenta que nada somos y que debemos humillarnos ante el Señor, pidiendo perdón por nuestras transgresiones con toda sinceridad, nuestro arrepentimiento debe llevar a un cambio radical de nuestras vidas.
Buscar a Jehová es arrepentirse de los pecados. Él no quiere expresiones externas que sean superficiales y mecánicas, Él exige genuinidad y sinceridad para obrar restauración.
A pesar de que estamos del lado oscuro Dios nos permite ir hacia su luz, volvamos nuestro corazón a Él y recibiremos auxilio para salvación. Dios no es cruel ni vengativo, no le gusta castigar aunque su deber es hacerlo, es más bien clemente, misericordioso y tardo para la ira (lento para otorgar juicio y castigo).
Arrepintámonos y convirtámonos, que la fe en Jesucristo haga efectiva su muerte de cruz y podamos ser perdonados de todos nuestros pecados. Clamemos a Dios por misericordia y gracia.
Les deseo un día muy bendecido.