El deseo de los justos es solamente el bien; Mas la esperanza de los impíos es el enojo. Proverbios 11:23 RVR1960
Queridos amigos, hablando de proverbios, hay uno popular que me simpatiza: “haz el bien, sin mirar a quién”.
Me pregunto si todos tenemos claro ¿qué es hacer el bien? Podemos irnos por la respuesta supuestamente más simple, hacer el bien es no hacer el mal. Para eso tendríamos que haber entendido muy bien qué es el mal.
Dios, a través de su gracia común, ha sembrado el sentido moral en el corazón del hombre natural y gracias a ello sabemos diferenciar lo bueno de lo malo. No existe ningún ser humano en el mundo, ni siquiera el que vive en el lugar más remoto, que no sepa que mentir o robar es malo.
A pesar de que los humanos hemos nacido con un sentido moral, nuestra condición carnal de seres caídos nos lleva a negar lo que sabemos, especialmente cuando va en contra de nuestros intereses egoístas.
La idea del mal en términos humanos se asocia a situaciones que se consideran perjudiciales, destructivas e inmorales, las cuales tienen como consecuencia sufrimiento moral y/o físico.
Las personas suelen decir “si lo que hago no hace daño a nadie, entonces ha de estar bien”. Vemos que se trata de una moralidad relativa, que es la respuesta al desarrollo de una ética en las sociedades modernas sin Dios, donde la maldad se resume a la falta de bondad, caridad, afecto y a unos principios morales cada vez más encogidos.
Si fumo o me emborracho solo en mi habitación sin que nadie me vea, no le estoy haciendo mal a nadie, entonces no puede ser tan malo. Si veo pornografía y elevo mi lascivia hasta el espacio sideral, ¿acaso le estoy haciendo mal a alguien? La idea de entretenerme con un largo listado de “no le hace mal a nadie” casi me seduce, pero me limitaré a ese par de ejemplos.
El hombre natural rápidamente tiene la respuesta en la boca a estas preguntas, la cual en la regla es: “es cierto, tienes razón” (por supuesto que también hay aquellos que no están de acuerdo). Esto se da porque prefiere sujetarse a una condición moral relativa, porque la condición moral absoluta que viene de Dios le resulta incómoda y hasta repugnante.
Hemos escuchado también decir “si se quiere matar con un determinado vicio, que se mate, total es su problema”, o también » de algo hay que morir». Otras muestra del pensamiento moral unido a la supuesta libertad de hacer lo que me da la gana.
En términos espirituales, que son los verdaderamente válidos, el mal es todo lo que se opone a Dios. Nuestro Señor no ha creado el mal, se trata de la consecuencia del alejamiento completo de la luz y de la verdad de Dios. El mal se relaciona con la oscuridad, que no es otra cosa que ausencia de luz, que es la ausencia de Dios mismo.
Dios posee una condición moral perfecta y absoluta, lo cual nos lleva a entender que para Dios no existen los diferentes tonos grises que el hombre natural desea y busca tener en su moral relativa.
Los justos son los que han sido convertidos a Cristo Jesús por el poder del Evangelio, éstos anhelan vivir en obediencia a Dios siguiendo su moral absoluta y haciendo solamente el bien, y tienen como destino estar en las eternas moradas divinas de bienaventuranza.
Por otro lado están los impíos que viven vidas de moral relativa, quienes son hijos de ira (enojo) y tienen su destino claramente definido. Quiera Dios que muchos de ellos presten atención a la locura de la predicación y del Evangelio, y que la misericordia y la gracia del Todopoderoso obre sobre ellos.
Cuando leí el proverbio, saltó a mi mente la idea de que los impíos tienen la esperanza puesta en el enojo, es decir se tienen que enojar con otras personas para que se las tome en cuenta y las cosas funcionen. ¿Nos es familiar haber oído, “si no me enojo y grito, acá no funciona nada”? Por supuesto que éste no es el sentido del versículo, pero me pareció simpático compartirlo.
Que Dios bendiga ampliamente su vida.