Y a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos. Ezequiel 20:39 RVR1960
Queridos amigos, tengo la certeza que en estos tiempos es cuánto más difusión existe de la Biblia y de la fe cristiana.
Nunca antes existieron tantas personas identificadas con Cristo, en el pasado jamás se vio tantas Biblias vendidas, tantas escuelas bíblicas, tantas radios y canales cristianos, muchos millones de ejemplares de publicaciones de literatura evangélica en una cantidad increíble de idiomas y así sucesivamente.
Las estadísticas demuestran que hoy en día la cantidad de gente creyente o no que asiste a las diferentes congregaciones de distintas denominaciones ha excedido por mucho a las cifras de hace 50 años. Por lo tanto, no es casual la gran proliferación de templos (y negocios religiosos) en las ciudades.
Esto se podría ver como una gran ganancia, sin embargo, no todo lo que brilla es oro, porque existe una fuerte dilución en la esencia del cristianismo, se ha perdido el elevado concepto de Dios, que ha sido sustituido por un cristianismo ligero y atractivo para las masas.
En la mayoría de congregaciones manejan un concepto de Dios muy bajo, completamente indigno de Él, lo cual, en el más extenso sentido de la palabra, es una total des GRACIA.
Dios no es el mejor entrenador de fútbol, ni el mejor socio en los negocios, ni tu “cuate”, ni tu “papucho del alma”. He oído de varios que ellos sostienen charlas con Dios cuando se refieren a sus oraciones. Tengo la sensación que muchos han convertido a Dios en un sustituto barato del dios de la abundancia grecorromano o del tan esperado papá Noel.
Quien no es justo y santo no puede estar en presencia de Dios, el mortal que Le ve cae fulminado, porque nadie que esté en pecado se puede acercar al infinitamente Santo. Recordemos las palabras del profeta Isaías que temblaba del susto por haber estado en la presencia de Dios, diciendo que era inmundo de labios y por eso habría de morir (Isaías 6:5). ¿Habrá alguno entre nosotros que pueda aseverar no ser inmundo de labios?
Es preciso recobrar la dignidad perdida del cristianismo, conociendo el verdadero carácter de Dios, comprendiendo que se trata de un ser santo, santo, santo y que todo está lleno de Su gloria y que incluso seres celestiales puros como los serafines cubren sus rostros y pies en señal de temeroso respeto y sumisión ante la presencia de Jehová de los ejércitos (Isaías 6:2-3).
Debemos recobrar el alto y noble concepto de Dios, debemos comprender por qué Él es digno de toda honra, alabanza y de todo loor, por qué toda gloria es de Él. Hasta ahora la ganancia es meramente exterior, sin haberse cultivado lo interior, que es maravillarse por lo que Dios es, gozarse y alabarle por sus obras, y reconocer su poder y santidad en máximo temor, viviendo en obediencia.
Mientras la predicación sea amena, superficial y atractiva para evitar que la gente se vaya estaremos cada vez más lejos de la verdad.
Las palabras en Ezequiel me parecen muy adecuadas a los tiempos en que vivimos, cuando Dios dice “no profanéis más mi santo nombre”, se me vienen a la mente los tantos conceptos errados hechos a medida que se manejan hoy en día sobre el Dios santo.
Dios nos libre y nos bendiga dándonos ojos para ver y oídos para oír.
Les deseo un día muy bendecido.