¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.” Rut 1:13 RVR1960
Queridos amigos, la muerte había llegado con toda su fuerza a la familia de Noemí, no solo perdió a su esposo sino también a sus dos hijos.
El fallecimiento del marido con certeza dejó un gran vacío en el corazón de la pobre mujer. Teniendo a su lado a sus hijos con sus esposas pudo obtener consuelo y seguridad, el gran problema empezó cuando las tres mujeres quedaron solas.
Se suele decir que la pérdida de un hijo va en contra de la naturaleza, pues son los hijos quienes deberían enterrar a los padres y no viceversa. ¿Cual habría sido el dolor de esposa y madre de Noemí después de perder primero a su marido, luego a uno de sus hijo y finalmente a su segundo y último hijo?
Vivimos en un mundo de tribulación y a unos les toca más duro que a otros. La experiencia en extremo amarga por la que venía pasando Noemí la llevó a aferrarse más de Dios, pues el texto da a entender que se trataba de una persona de fe.
Como mujer no tuvo alternativa, debió decidir por un retorno forzado a Belén, su lugar de origen, de donde partió con su familia completa buscando un futuro mejor, escapando del hambre. Dentro de todo, la buena noticia fue que en las tierras de Judá la hambruna había pasado porque Dios había visitado a su pueblo para darles pan.
En el camino de retorno probablemente llegaron a un lugar geográfico desde donde se podía ir tanto a la tierra de origen de las nueras como de la suegra.
Fue en ese punto donde Noemí con mucho dolor, valentía y sinceridad les dijo que difícilmente se podrían acoger a la tradición de casarse con otro de sus hijos (el levirato era una práctica que consistía en que una viuda sin hijos pasase a ser esposa de uno de los hermanos del marido difunto), pues la probabilidad de que la suegra tuviese más hijos era en extremo remota. Por tal motivo invitó una vez más a ambas nueras a volver a sus familias con los beneficios que ello implicaba.
Ambas nueras eran de procedencia pagana, si volvían a su pueblo retornarían a su antigua religión, pero si seguían a su suegra tendrían la oportunidad de convivir con el pueblo de Dios. Entonces, ¿hizo bien Noemí en desearles una vida de nuevo con su pueblo? ¿Hizo bien en quitarles la oportunidad de dejar de vivir en idolatría?
Debemos recordar cómo suelen ser las relaciones entre nueras y suegras, deseo imaginar una relación buena con los inevitables momentos de tensión entre mujeres por las características personales de las protagonistas. Además de la afinidad familiar estaba el vínculo de profunda tristeza que las ligaba entre sí.
A pesar de los estrechos lazos que las unían Orfa no se resistió al segundo intento de Noemí y se despidió recibiendo la oración y bendición amorosa de su suegra, demostrando su capacidad de actuar con libertad. En tanto que Rut se negó rotundamente a abandonar a su suegra a su suerte, demostrando su grado de compromiso para con su madre política.
No es sano forzar a la gente para que se dirija hacia los caminos de Dios, Noemí tampoco obligó a sus nueras a que tomaran una decisión para favorecerla, es más, ella trató de disuadirlas de seguirla. Ambas nueras tuvieron la oportunidad de elegir libremente y así lo hicieron, una decidió buscar seguridad entre su pueblo, la otra prefirió caminar hacia donde el amor y la fe conducen, sin saber lo que les esperaba.
En un caso el vínculo era de orden familiar, y cuando llega la muerte el vínculo se debilita. Pero en el otro caso el nexo además de familiar era la fe en un mismo Dios. La presencia activa de Dios en las vidas de Noemí y Rut consiguió que superaran las diferencias culturales y generacionales, que de otro modo habrían podido generar alejamiento y falta de comprensión.
Cuando Dios está en el centro, cuando mora en el corazón de las personas su proceder es acorde a dicha condición y así actuó Rut con su suegra, no fue un mero acto de bondad o de fidelidad, fue el accionar de Dios en su corazón.
Les deseo un día bendecido.