oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad. Amós 6:3 RVR1960
Queridos amigos, no me deleita hablar del desastre que Dios promete en el final de los días, sin embargo, si Él lo menciona en las sagradas escrituras es porque es necesario que sepamos cuál es el final que le espera a cada uno de nosotros.
La Palabra nos amonesta diciéndonos que no queremos pensar en el desastre que viene, pero que nuestras acciones solo nos acercan más al día del juicio.
Por malas obras terminan las personas en el infierno y los que terminan en el cielo, no es al contrario, porque no es por obras (buenas), sino por fe.
Una cantidad de personas viven a sus anchas en lujos y prosperidad sin siquiera pensar en Dios. Son famosos, conocidos y pasan por esta vida sintiéndose seguros.
Se dejan caer en cómodas camas, y están disfrutando en lujosas mesas de la mejor comida. Viven en sofisticación y deleite, enfocados en las cepas de los vinos y en el origen del agua de mesa y del café. Y eso es disfrute, al fin y al cabo se vive una vez, «carpe diem», es el lema del mundo de hoy.
Están preocupados por la última moda, las fiestas y reuniones sociales y dicen interesarse por los problemas de su nación y hay algunos que hasta quieren velar por el mundo…
Y los que solo pueden soñar con ese estilo de vida les siguen casi ciegamente, buscando emular sus comportamientos y posturas, comenzando por ignorar a Dios, viviendo en una pseudo espiritualidad, porque al fin y al cabo lo espiritual está de moda, es bien visto, es hasta relajante.
La frivolidad y la vanidad campean.
Muy pocos quieren pensar en el desastre que se acerca, el peor de los desastres, mucho peor que el mayor de los tsunamis. Se acerca la muerte eterna, es decir la muerte espiritual, que está en contraposición a la vida eterna, la verdadera vida espiritual.
Parafraseando la Palabra una vez más, sus acciones son las que más rápido les acercan al día del juicio y a tan atroz final.
Los creyentes debemos orar por ellos y pedirle mucha misericordia al Señor.
Busquemos la oportunidad de hablarles de Jesús, debemos contarles que el gran problema de la humanidad es el pecado, pero que ese problema tiene una solución a través de la muerte en la cruz de Jesucristo, a quien el Dios Padre envió a sacrificarse con tremenda muerte para vencer al pecado. Que Dios tenga misericordia de todos nosotros y nos bendiga con su gracia.