¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Salmos 119:9 RVR 1960
Queridos amigos, estoy seguro que la mayoría de nosotros hemos sido reprendidos en alguna ocasión de nuestra juventud por nuestros progenitores por haber sido desobedientes.
En mi caso recuerdo que la desobediencia repercutía en castigo, el cual me era bastante indiferente.
No me preocupaba mayormente por lo que mis padres podrían sentir ante mí desobediencia, dado que me encontraba centrado en mí mismo y además tenía un grado importante de rebeldía.
Tenía el consuelo de que no era el único que pasaba por situaciones de esa índole, ya que mis amigotes también sufrían consecuencias similares.
Cuán diferente habría sido mi vida si ya en esa época hubiera sido creyente.
El creyente genuino se duele de su pecado, en este caso sufre por su desobediencia a sus padres terrenales y principalmente a su Padre celestial.
Es tal el poder de Dios obrando sobre sus hijos, que logra cambiar la más tozuda de las rebeldías en mansa humildad. El convertido anhela profundamente en su corazón dejar de pecar y someterse a la voluntad del Padre.
Esto se debe a que su espíritu ha sido regenerado y además ha sido bendecido con el don de fe.
Es a través de la fe genuina que se puede amar a Dios, y cuando se le ama se tiene ese deseo urgente de vivir en obediencia para su gloria.
Entonces el joven puede afirmar que su obediencia limpia su camino de tropiezos.
Es solo a través de la obediencia que se puede caminar por el camino estrecho que lleva al mejor destino posible, la vida eterna en la mejor compañía imaginable.
Padre Santo si tú nos bendices con tu gracia sabemos que también nos bendecirás con el gran anhelo de ser obedientes a tu palabra.
Les deseo un gran día y que Dios les bendiga.