Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones.” 2 Crónicas 12:8 RVR1960
Queridos amigos, los ideales del hombre moderno están sustentados por el humanismo y tienen como uno de sus pilares a la libertad, la cual comprende entre otras la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de comercio y la libertad de elegir en todos los ámbitos, siendo uno de ellos la democracia.
La libertad de expresión se refiere a un derecho humano fundamental que se incluye en las constituciones de los sistemas democráticos. Tiene su sustento en el pensamiento filosófico de la época de la ilustración y se supone que el disenso (el no estar de acuerdo) fomenta el avance de las ciencias y las artes, además se dice que es esencial para la búsqueda de la verdad.
En democracia se llama al pueblo “el soberano” porque supuestamente decide con libertad a favor de su candidato favorito. A pesar de una supuesta decisión bien pensada los candidatos que se encumbran en el poder no suelen ser la mejor elección.
Indiferente de si se trata de sociedades desarrolladas con supuestamente mayor capacidad de discernimiento o de países, por así decirlo, más rústicos, el resultado es similar en función a sus condiciones y escala.
Por ejemplo, vemos a líderes mundiales que se enfrentan en sus posiciones de pensamiento, donde por un lado uno dice que sería bueno destruir a una nación que genera incomodidad en el sistema mundial y otro que se opone porque supuestamente confía en el diálogo y la concertación. No es más que una pulseta de poder para que sus seguidores se enardezcan o se deleiten según el caso.
Por otra parte, están los “reyes modernos” que fueron electos por la vía democrática, pero una vez que ocupan su cargo, creen que son los sucesores de dios, y viven una borrachera constante por el poder, manipulando para gobernar en lo posible hasta su muerte, para ser sepultados con honores, como reyes.
En la historia de la humanidad ninguna forma de gobierno se ha mostrado como excelente, el hombre no ha podido encontrar una forma que solucione sus necesidades y aporte a sus sueños. La única forma posible de tener un estado ideal es dejando que Dios sea el soberano, que Él gobierne no solo sobre los países sino sobre los corazones de las personas.
Roboam se convirtió en rey y no tuvo mejor idea que la de alejarse de Jehová y arrastrar al pueblo de Israel con él. Las consecuencias de vivir sin Dios las vemos todos los días en los medios de comunicación y también en nuestro entorno personal.
Vivir con Dios se refiere a pensar, hablar y obrar en función a Su verdad, lo cual no es posible para el hombre natural, porque está sujeto a la ley del pecado por su condición carnal caída. Por lo tanto, no importando los esfuerzos que el hombre haga, no le será posible conseguir vivir en paz y en armonía, así mismo, ningún sistema humano llevará jamás a conseguir el líder ideal y menos el país ideal.
Servir a los reinos de las naciones, en el sentido del versículo en cuestión, es estar sometido a un soberano extranjero. Jehová debió ser el Rey de Israel, pero Roboam pensó que el rey era él e hizo neciamente, según sus criterios de hombre siguió a su corazón engañador y tomó el típico camino de la soberbia para adentrarse en la satisfacción del ego del hombre con poder prestado.
Estar sometido al poder de un extranjero es sin duda muy duro y doloroso, y el pueblo de Israel pagó las consecuencias de su desapego para con Dios. Un líder que seguramente tenía carisma y poder de convencimiento consiguió que le siguieran, logrando llevarlo por mal camino. ¿No nos es familiar esta figura? Siempre es mejor servirle a Dios, y por supuesto, no hay mejor cosa que Él sea nuestro guía de luz, nuestro Rey y Señor.
La verdad no se consigue a través de la libertad de expresión, la verdad es Cristo. De igual manera la libertad está en Jesucristo, y no hay forma de alejarse de la mala manera de vivir en el mundo sino a través de Cristo. La única forma posible de vivir con Dios es hacerlo a través de Cristo. Los pecados del pecador convertido son lavados por Su preciosa sangre y el pecador es crucificado conjuntamente con Él en la cruz, por eso que el apóstol Pablo nos enseña en Gálatas 2:20 “ya no vivo yo, más vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios “.
Este mundo en que vivimos es el reino de Satanás, él es su príncipe, por tanto, lo que es del mundo es de Satanás. Dejemos que Cristo determine el curso de nuestras vidas, dejándole obrar con plenitud, no existe mejor opción.
Les deseo un día muy bendecido.