¡Qué aflicción te espera a ti que emborrachas a tus vecinos! Los obligas a beber para regodearte de la vergüenza de su desnudez.» Habacuc 2:15 NTV
Queridos amigos, este pasaje me hace recuerdo a las famosas prestes que se llevan a cabo en mi país, Bolivia.
Son fiestas de estilo bacanal que son organizadas por un preste, es decir una persona que se ocupa de financiar la borrachera por unos días consecutivos.
El financiador es premiado con reconocimiento social y respeto.
Los prestes son capaces de empeñar su alma al diablo para lograr su objetivo, ya que normalmente se trata de personas de recursos limitados para financiar la responsabilidad asumida; la presión social es muy fuerte, porque su mundo así se lo impone.
No importa posponer a los hijos, la familia u otros deberes, todo sea por la pachanga y el reconocimiento.
Sin duda algunos quedarán sorprendidos, no hay que ser espiritual para darse cuenta de la aberración de esta práctica.
No obstante ello, muchos se pavonean de haberla pasado de maravilla en su última preste.
La palabra de Dios es clara cuando dice, que estas personas pasaran por gran aflicción.
No es para menos porque es una actividad con un poderoso efecto multiplicador a favor del pecado, se comienza por quitar a unos para el deleite de otros, pasando por borracheras, que llevan a contiendas, disensiones, fornicación, adulterio, mentira, incumplimiento laboral y un largo etc.
Alguno me podría imprecar, diciéndome que primero vea la viga en mi propio ojo.
Es evidente que mi pecado en el pasado haya podido ser mayor que el de estas personas, sin embargo se trata de hacer un sano juicio que debe servir para no caer en lo mismo o algo parecido.
Cómo es la sabiduría de Dios y cuán precisas son sus palabras, visualizo la forma en que estas personas se regodean del pecado de su prójimo, cómo le alientan a seguir y seguir, sin darse cuenta de lo que hacen, por su ceguera espiritual, exacerbando sus pasiones.
Como Jesús le pidió al Padre, le pido lo mismo hoy: Padre perdónales porque no saben lo que hacen.
Le pido al Señor que no permita que caigamos tan bajo, que tenga misericordia de ellos y de nosotros.
Dios puede perdonar al peor de los pecadores, ese es el consuelo maravilloso que cada uno de nosotros debe llevar en el corazón.
Arrepintámonos y pidamos perdón por nuestros pecados, que se pueda ver un cambio genuino en nuestras vidas, que nos convirtamos en practicantes del bien y que seamos aborrecedores del pecado.
El alcohol es un serio problema en mi país, todos los niveles sociales están dominados por el consumo, es una pena ver a los jóvenes y a otros sumidos en esta droga legal.
No creo que haya autoridad que pueda luchar de manera efectiva contra este mal, especialmente por el poder económico que representa.
El único que nos puede alejar de este terrible flagelo es Dios a través de su maravilloso poder.
Les deseo un hermoso día bendecido por nuestro todopoderoso Dios.